Réplica a Savater
En EL PAÍS del 16 de septiembre de 1985 leo dos homilías firmadas, respectivamente, por un ex general de las SS, Waffen, y por el fraseólogo Fernando Savater, en este último caso bajo el título Tributo a Spinoza. En ambos escritos se revela por igual el acendrado amor a la humanidad que transe sus corazones y queda perfectísimamente claro quiénes son los buenos y quiénes los malos, de qué lado está el bien y de qué lado el mal en este atribulado mundo. Ya era hora de que los pecadores tuviésemos información fidedigna al respecto.Si Fernando se empecina en no reconocer que cometió el curioso lapsus de atribuirme el haberle dirigido unas palabras que nunca le dirigí, vale, pero no vale salir ahora con ese "dice que no dice", pues lo único relevante es lo que realmente dije o no dije, cosa en la que Fernando prefiere, claro, no entrar. En cambio me llama personaje. He aquí otro lapsus freudiano. Tengo la fortuna de que nadie sabe quién soy ni qué soy (ignorancia que felizmente comparto). Sólo sé que ser, lo que se dice ser, no soy nada ni nadie, lo que para mí es inagotable fuente de placer. Pero menos que nada soy personaje.
Cuando digo mi nombre, invariablemente me preguntan con arrobo si soy el célebre jugador de baloncesto o el autor de Katiuska. Excuso decir la amarga decepción que se llevan al percatarse de que, por obvias razones, y para mi desgracia, no puedo ser uno ni otro. No, no soy personaje. Ni siquiera soy persona. Ser esto último es una vieja aspiración que no creo que llegue a ver cumplida. Quizá, por ser algo, sea un pobre animal.
De nada estoy seguro en la vida salvo de no ser nada más y no otra cosa que lo que es Fernando Savater: un personaje. Su subconsciente le traiciona demasiado. No le vendría mal un buen psicoanálisis.-
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