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El incidente del avión presidencial

Aterriza donde puedas

El avión, no muy confortable, iba repleto de pasajeros, lo que hacía posible que la cola de los retretes se convirtiera en un zoco noticioso. Fue así como un hombre de negocios comunicó a un periodista que no sólo Irán no había dejado sobrevolar su territorio al avión presidencial español, sino que también Bulgaria había planteado el mismo problema.Sin excesivas ganas, los porta voces oficiales terminaron con firmando esta información -los cuatro minutos y medio de retraso que había provocado la prohibición búlgara no habrían suscitado preguntas si no hubiera sido por alguna indiscreción y los problemas planteados por la torre de control de Teherán-.

Con su acostumbrada buena voluntad, el personal de cabina (compuesto por hombres y mujeres del Ejército del Aire español) continuó repartiendo, como si nada, sonrisas, puntuales alimentos y copas, mientras a la espera de la escala de Karachi se iba reduciendo la provisión de cigarrillos de los pasajeros. Una sola tripulación, pues, hubo de atender el avión durante 26 horas.

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Variación de costumbres

González no abandonó su lugar y, contra sus costumbres, no piso la parte de la cabina destinada a los periodistas, que sólo visitó en Madrid, poco antes de que despegara el avión. No había nervios, sino cansancio acumulado, aunque superado con buen humor.

Periodistas y hombres de negocios avanzaban en el terreno del mutuo conocimiento, que, en este caso, pasaba por la cola del retrete de un DC8.

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De vez en vez, cuando algún portavoz oficial visitaba la parte trasera del avión, los periodistas trataban de buscar respuesta a la pregunta de por qué había pasado todo eso. Tan siquiera era fácil saber si éste era un problema que se había planteado ya antes. Las diversas fuentes no coincidían.

El veterano Inocencio Arias, director general de la Oficina de Información Diplomática (OID) por segunda vez en su vida, no recordaba nada igual, a pesar de haber acompañado ya en decenas de viajes al exterior a los Reyes de España y a más de un presidente del Gobierno.

En cambio, el ministro de Cultura y aún flamante portavoz gubernamental, Javier Solana, afirmaba que "no era la primera vez", si bien se negó a decir cuáles habían sido los precedentes.

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