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Reportaje:

Crear una empresa es oficio de mujer

Numerosas cooperativas y pequeñas empresas exclusivamente femeninas han sido recientemente constituidas en los países de la OCDE

Confianza, creatividad, competencia -tres palabras que empiezan por c- son algunos de los requisitos de partida imprescindibles para que una empresa exclusivamente femenina pueda plantearse la puesta en marcha de un nuevo negocio. Las tres c constituyeron a finales de mayo pasado en París una de las máximas adoptadas por alrededor de 60 mujeres, que, en representación de 19 países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), pusieron en común las numerosas experiencias recientes sobre el papel femenino en el desarrollo de iniciativas locales para la creación de empleo, al amparo del programa ILE. Desde entonces, algunos ayuntamientos españoles, como el de Barcelona y el de Molins de Rei, han empezado a preparar programas de empleo dirigidos especialmente a mujeres.

Mientras tanto, los Gobiernos de un número creciente de países autodenominados desarrollados, están asistiendo a un fenómeno nuevo. Según las estadísticas de la OCDE, durante los 25 últimos años la composición de la población activa ha sido sustancialmente modificada por un aumento continuo y generalizado de la oferta de trabajo femenino, el más castigado por la crisis económica. Paralelamente, a la vez que la población femenina ocupada se concentra en el sector servicios, en los empleos asalariados y en las profesiones menos cualificadas, se constata una evolución simultánea y frecuentemente más rápida de otro tipo de empleo.

Se trata de "las mujeres que trabajan por su cuenta", en un número creciente y singularmente espectacular durante los últimos años en Estados Unidos, Noruega, Suecia y el Reino Unido (ver cuadro adjunto). El fenómeno no ha venido precisamente acompañado de una utilización femenina paralela de las ayudas constituidas por la mayor parte de los países occidentales para la creación de empresas, desde que en 1982 se puso en marcha el programa ILE, en el que España participa mediante los fondos de solidaridad del Acuerdo Económico y Social (AES). En él se incluye una variada gama de actividades autogestionadas, independientes, pymes y acciones de desarrollo económico y social local.

Las cifras demuestran que la discriminación ha vuelto a repetirse, por lo que algunos países, como Noruega y Finlandia, han dispuesto programas de desarrollo regional destinados exclusivamente a mujeres, inscribiéndose en lo que ha venido a llamarse la discriminación positiva. En el Reino Unido, el 83% de las ocupaciones autónomas subvencionadas oficialmente correspondió a hombres. El mismo fenómeno se produjo en Francia, donde, según la Agence Nationale pour la Création d'Entreprises, sólo el 20% de estas ayudas ha sido dirigido a mujeres.

En contrapartida, según cifras de la OCDE, entre 1977 y 1980, el número de mujeres que creó empresas no agrícolas en Estados Unidos creció tres veces más que el de hombres. De 1980 a 1983, el número de mujeres que ejercen actividades independientes ha crecido el 16%, pasando de 2.096.000 a 2.439.000, mientras que el de hombres aumentó sólo el 5%. Aunque en EE UU, como en el resto de los países occidentales, las mujeres autónomas se ocupan mayoritariamente en sectores de tipo tradicional, las norteamericanas irrumpen ya en otros más agresivos, como la producción industrial, las finanzas, los seguros o la agricultura.

Las empresas gestionadas por mujeres se concentran en la costa Este, y en California, Hawai, Illinois y Ohio. La primera entidad bancaria constituida por mujeres, el Women's World Banking, es también norteamericana y tiene como objetivo avalar iniciativas de estas empresas, para las que los canales de financiación son especialmente difíciles. El entusiasmo de estas mujeres, agrupadas en la Asociación para el Desarrollo Económico de las Mujeres Americanas, ha llevado a su presidenta a escribir recientemente en el boletín Women Entrepreneur: "Nosotras somos los nuevos talentos de una economía revitalizada y debemos aprender a valorar nuestras propias fuerzas. Llevamos a cabo una renovación de las pequeñas empresas y creamos así empleo, capital, recursos fiscales, bienes y servicios, a la vez que nuevos modelos de gestión y de concepción de los problemas humanos".

El papel relevante de las mujeres en la creación de nuevas empresas de iniciativa local en toda Europa ha llevado a afirmar a la profesora francesa Marie Victoire Louis que el feminismo puede intentar una salida a su crisis actual en este fenómeno. Según Louis, las mujeres, las más afectadas por el paro, intentan, a través de su propia iniciativa, insertarse en los circuitos económicos para lo que necesitan ayudas diversas, especialmente formativas y financieras. Un camino en el que el feminismo podría perdurar, para Louis, "es el de la afirmación de la igualdad entre los sexos a todos los niveles de la sociedad, según la cual la autonomía de las mujeres guarda estrecha relación con su independencia económica".

Igualdad de trabajo y salario

La vieja reivindicación "a igual trabajo, igual salario", lejos de haberse conseguido en los países occidentales, tendría, para las 60 mujeres reunidas en París, en representación de la OCDE y de las autoridades francesas, una alternativa: "Hace falta crear empresas propias y se habrá acabado la reivindicación a trabajo igual, el mismo salario". Las dificultades para las nuevas empresarias, sin embargo, son numerosas. A ello hay que añadir que, según el ejemplo expuesto en una de las ponencias aportadas a la reunión de París, es muy complicado distinguir claramente los obstáculos impuestos por los circuitos económicos a estas empresas por el hecho de estar compuestas por mujeres.En efecto, el estudio se pregunta: si un grupo de mujeres, queriendo crear una cooperativa de fabricación de jerseis, se ve rehusada por un banquero, ¿cómo se explica este rechazo? Las repuestas son diversas: tal vez porque el banquero es misógino y no tiene confianza en la capacidad de gestión de las mujeres. O quizá porque la estructura cooperativa está mal vista entre los financieros. Podría ser también que el capital de partida sea considerado simplemente insuficiente, o incluso que se estime que el mercado está saturado y no hay lugar para la nueva empresa.

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