Una niña de 10 años, clínicamente muerta tras ser golpeada en la cabeza por su padre
La niña de 10 años Ana Rodríguez Fisteus se encuentra clínicamente muerta como consecuencia de los golpes que le fueron propinados en la cabeza por su padre -sastre de profesión- con una vara de medir cuando jugaba en el taller paterno, en la localidad coruñesa de Melide, el pasado domingo. La niña fue trasladada inmediatamente al Hospital General de Galicia, en Santiago, en el que los médicos de la unidad de cuidados intensivos, donde se encuentra internada, le apreciaron un fuerte traumatismo encefálico y varias heridas craneales. El equipo médico le está manteniendo la vida artificialmente.
Manuel Rodríguez fue detenido por la policía y pasó posteriormente a disposición judicial. El juez decretó su internamiento en el hospital psiquiátrico de Conxo, Santiago, una vez que el médico le diagnosticó un "síndrome psicopático agudo". Con anterioridad había sido sometido a tratamiento psiquiátrico.El suceso ha conmocionado a la población de Melide, toda vez que el padre de Ana, Manuel Rodríguez, de 38 años de edad y sastre de profesión, así como su esposa, Virtudes Fisteus, son considerados como un matrimonio normal, de comportamiento correcto, al que no se le conocían riñas ni peleas internas.
Según las declaraciones del propio agresor a la policía y las de los vecinos a EL PAIS, Manuel Rodríguez se encontraba trabajando en la mañana del pasado domingo en su sastrería, acompañado de su única hija, Ana, que jugaba con las bobinas de hilo, que iba atando a los pies de las sillas, mesas y a diversos salientes. El hecho irritó de tal manera a su padre que, al parecer en un momento de enajenación mental, la golpeó tres veces en la cabeza con la vara de medir las telas. La madre había salido al mercadillo a comprar unos zapatos para la niña,
Sus gritos y las inmediatas lamentaciones del padre al ver a Ana desplomarse alertaron a su vecino Rafael Prado, que acudió a la sastrería, viendo a la pequeña "tirada en el suelo boca arriba y envuelta en un charco de sangre", mientras su padre repetía maquinalmente, sin cesar: "Qué hice, maté a mi hija, la cosa que más quería en el mundo".
Luego, en la comisaría de Santiago, adonde acudió voluntariamente, Manuel Rodríguez declaró que intentó suicidarse colgándose de una cuerda. También afirmó que, en él momento de golpear a Ana, "se me metió una cosa en la cabeza que me impidió ver lo que hacía".
Tratamiento psiquiátrico
Considerado por sus vecinos como laborioso, honrado y de trato afable, Manuel Rodríguez se había escapado de casa hace un mes, después de sufrir un ataque nervioso, regresando a los tres días sin recordar nada en ese tiempo. El hecho, sin embargo, no alarmó a los vecinos. "Sabíamos que sufría de los nervios y que por eso había vuelto de Bilbao a Melide en busca de un lugar más tranquilo", declara una señora. "Jamás les vi discutir", añade Josefa Vázquez, refiriéndose al matrimonio Rodríguez. "Son para mí como hermanos, una familia comunicativa y muy habladora". Nunca dieron que hablar".Manuel Rodríguez, después del suceso, fue llevado, en compañía de su esposa, a la clínica compostelana donde había recibido tratamiento psiquiátrico con anterioridad. "Durante el trayecto no intercambiaron ni una sola palabra", asegura José Pérez, el conductor del automóvil en el que viajaron a Santiago.
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