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Matías Vila, 'Cristino'

El pescador del puerto de Andraitx que acompaña a Felipe González en sus salidas a los caladeros de la 'xerna'

Aunque todo el mundo le conoce por Cristino, este pescador del puerto de Andraitx (Mallorca), de 65 años, que enseña a Felipe González las artes de la pesca, se llama en realidad Matías Vila. Cristino, apodo con el que en esta localidad le ha designado siempre a su familia y que luce también con letras de latón en la embarcación en la que faena, ha asimilado con modestia la popularidad que de pronto le ha sobrevenido. "Estoy acostumbrado", afirma, tras encogerse de hombros, como si se tratara de un mal menor.

Para este hombre de gesto sencillo y amable, que goza de gran estimación en el pueblo, salir de pesca con el presidente ha supuesto "un gran honor". Le llamó para que asesorara al presidente en temas pesqueros Mateo Bauza, el propietario de la embarcación Fontana, con la que han estado siguiendo los caladeros donde se esconde esa modalidad de meros que en catalán se conoce con el nombre de xerna, aunque él, lógicamente, prefiera el sabor marinero del llaut, la embarcación mallorquina. La solicitud de sus servicios no le causó ninguna sorpresa. "Ya estoy acostumbrado, repite de nuevo, encogiendo otra vez los hombros".Cristino tiene una larga experiencia en esto de ser maestro de pesca de altos personajes. "Estuve en el yate Azor en 1966", dice, "aunque, claro, no se trataba de lo mismo, porque Franco pescaba el atún, y existe una gran diferencia entre este tipo de pesca y la que practicamos con el presidente". En aquella ocasión faenaron con grandes cañas, ahora con volantí, arte consistente en sostener directamente sobre la mano el hilo de nailon del que pende el sedal. Entre sus alumnos se en cuentran los obispos de Valencia y Mallorca o el comandante de la Zona Militar de Baleares. Con un hablar entrecortado, como previniendo cualquier posible indiscreción sobre los hábitos y formas marineras de sus alumnos, Cristino defiende las cualidades de pescador de Felipe González. "Tiene buen pulso", sentencia con voz pausada, para negar acto seguido los comentarios que se han dejado oír por la isla según los cuales la mar no figura entre las habilidades de González. Pero, sobre todo, se esmera en puntualizar que mientras pescan no habla de política con el presidente. "No, nada de política dentro del barco. Pescando nunca se habla de política. Se habla de eso, de los enseres, de cómo va la pesca, de ese o aquel caladero y otras cosas así, pero no de política". A Felipe González le encanta hacerse a la mar, dice, y eso mismo es para él toda su vida. "Es lo que he hecho siempre".

Los días en que no sale con el presidente faena, como antes, por su cuenta, y, cuando el tiempo disponible se lo permite, se toma pausadamente un café en la terraza de ese mismo bar al que solía acudir cada mediodía. Allí se sienta con otros pescadores para charlar de sus cosas. "Pero nada de política", dice; "es algo que no me gusta".

Cristino confiesa que le ha sorprendido un poco el interés que su persona ha despertado en los medios informativos, si bien tampoco le han molestado demasiado, según afirma. En cuanto el presidente abandone el puerto de Andraitx, continuará pescando como siempre en el llaut que lleva su nombre. Y su esposa dejará de atender llamadas telefónicas a las que respondía diciendo que "Cristino no está en casa, ha salido con esos caballeros. Le espero para cenar".

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