Fracasa la 'cumbre' árabe de Casablanca
La cumbre árabe extraordinaria de Casablanca concluyó oficialmente. Las 16 delegaciones que asistieron comenzaron ayer el peregrinaje de regreso con poco o nada que anotarse de positivo en su haber. Los hoteles reservados y las espléndidas casas que albergaron a los jefes de Estado se vacían, para gran alegría de sus propietarios. Se acaba el jolgorio de los Mercedes 190 y motoristas a tumba abierta y llega la hora inevitable de los balances.
ENVIADO ESPECIAL, El breve comunicado común publicado ayer da una idea clara de lo poco que se ha logrado y, por sus carencias, anticipa los muchos problemas que deja en suspenso. Como cinco importantes países miembros de la Liga Árabe -Argelia, Libia, Siria, Yemen del Sur y Líbano- no asistieron, la cumbre no ha podido adoptar resoluciones, que hubieran necesitado la unanimidad de sus miembros. La regla de la unanimidad, que, según los organizadores de la cumbre, paraliza la acción árabe, no ha sido modificada de momento por la regla de la mayoría como se pretendía, porque los promotores de la idea no lograron que se discutiera la reforma de la Carta de la Liga.Con respecto al acuerdo Hussein-Arafat del 11 de febrero de 1985, que ha constituido, a fin de cuentas, el centro de esta conferencia, el comunicado común es relativamente ambiguo. "La conferencia expresa su consideración por las aclaraciones dadas por el rey Hussein de Jordania y el hermano Yasir Arafat, presidente de la OLP, sobre la armonización de éste, en tanto que plan de acción que tiende a la aplicación del plan árabe de paz (plan de Fez)".
Kuwait no avala
Acuerdo y armonía no son, sin embargo, más que palabras, porque la cumbre no ha accedido a conceder al plan Hussein-Arafat el "apoyo claro y decidido" que exigía el rey Hussein de Jordania, y ha quedado claro que no sólo los ausentes se oponen a él, sino que Kuwait, por ejemplo, ha sido el que más ha defendido la negativa a concederle el aval solicitado. A tal punto que Yasir Arafat también desistió de solicitar ese respaldo, y que Faruk Kaddumi, ministro de Exteriores de la OLP, ha dado a entender sus discrepancias con el acuerdo.La cumbre extraordinaria de Casablanca había sido prevista inicialmente para debatir la guerra de los campos de refugiados de Líbano, con lo cual parecía pretender la condena y el aislamiento de Siria, pero se ha reunido cuando la guerra en cuestión ya había concluido. Luego el rey Hassan II dijo que se "estudiaría el acuerdo jordano-palestino a la luz del plan de Fez", dando a entender que se decidiría sobre la concordancia de éste con el plan árabe de Fez, y aquello tampoco se ha llevado a cabo de la manera precisa en que se anunciaba.
Los marroquíes, decepcionados sobre todo por la decisión de última hora del rey Fahd de Arabia Saudí -sin cuya presencia tampoco es posible que los países árabes moderados adopten ninguna postura solvente- y por la negativa de Gaddafi a desplazarse de Rabat porque la conferencia se negó de antemano a condenar y exigir sanciones contra Jordania e Irak por haber restablecido relaciones diplomáticas con Egipto, se contentan hoy con sostener que, "a fin de cuentas, ésta no ha sido la cumbre de la división, y que no se han roto los puentes con los ausentes".
Los puentes que quedan tendidos entre moderados y radicales parecen ser las dos comisiones de conciliación interárabes que deben comenzar a trabajar inmediatamente, según decidió esta cumbre. La primera de ellas, de conciliación entre Jordania y Siria, la integran Arabia Saudí y Túnez. La segunda, cuya misión imposible es más dificil aún, debe mediar entre Siria e Irak, entre Irak y Libia y entre Libia y la OLP. Marruecos, Mauritania y los Emiratos Árabes Unidos se han comprometido a intentar el milagro de reconciliar a tantos hermanos enemistados.
Por encima de todos los análisis interesados que los promotores de la cumbre realizan ahora, parece claro que los árabes que acudieron a Casablanca se han convencido de que sin Siria no es posible encontrar solución válida a los problemas de Oriente Próximo.
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