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Oleaje

Casi todo el mundo veranea en playas abarrotadas. El rumor de la muchedumbre encubre el sonido del oleaje, el paisaje de esos rampantes bañadores con que nos visten los grandes almacenes desborda el color de la marina.Mucha gente hace la suposición de de que cualquier espíritu selecto tendría derecho a gozar de orillal vacías o semidespobladas y no sufrir estas aglomeraciones que, con demasiada frecuencia, recuerdan la fatigosa vida de la que se pretende escapar. Por lo demás, el veraneo se presenta todavía como una recompensa muy individual y merecida, lo que desde muchos puntos de vista se compadece mal con tenerla que compartir masivamente y, a menudo, al lado de seres menos competentes y probablemente ordinarios.

Al verano se le atribuye una categoría de excepción. Pero el veraneo es, sobre todo, banalidad. Y merecería la pena observar que su excepcionalidad radica precisamente en su trato con la trivialidad y con el tiempo muerto que lo llena. Pocas veces, durante las otras estaciones, se tiene la oportunidad de representarse a uno mismo como un personaje banal, sin responsabilidad, sin marca. El mito de veraneo es justamente esta oferta de anulación. La vacación como un recinto donde se está a la vez vacante. He aquí su valor extraordinario. Alistados durante el año en un trabajo particular, delatados por el olor de la cocina y el dormitorio domésticos, es imposible no sentirse abrumados de identidad. Las playas hacinadas, sin embargo, son su correctivo. Estamos aquí, recostados sobre esta aborrecible toalla estampada y con esa extraña mujer que sugiere ser nuestra esposa, pero podríamos estar allí, en ese tipo que se rasca y calza las mismas chanclas que nosotros creímos escoger en una irrepetible decisión de buen gusto. Ciertamente, nada prueba tanto que nos encontramos vacantes -o que no es necesario existir- como este autoespectáculo en el que están todos los que a la vez no somos. ¿Playas deshabitadas para la paz y el descanso? El absoluto son, por el contrario, estas playas donde, en el colmo de su simulacro, se descansa en paz.

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