Aproximación política a Fernando Pessoa
Un buen poeta español, Ángel Crespo, gran conocedor y traductor de Fernando Pessoa, ha publicado, en estos últimos tiempos, en EL PAIS, dos artículos sobre una de las facetas políticoculturales pessoanas: el iberismo. Con excepción de Octavio Paz, que, hace ya muchos años, se aventuró con algunas apreciaciones políticas en la obra múltiple de Pessoa, la verdad es que, en lengua castellana, no se ha estudiado, por críticos o historiadores de las ideas, la ideología del gran poeta y ensayista portugués. Hay, en cambio, afortunadamente, excelentes introducciones y traducciones de su poesía (de Angel Crespo y José Antonio Llardent, a Pilar Vázquez Cuesta o Ángel Campos Campano).El pensamiento político y social de Pessoa ni siquiera en Portugal o en Brasil ha sido, hasta la fecha, bien sistematizado y clarificado. Fragmentariamente, existen algunos ensayos o comentarios, fugaces o coyunturales, sobre su posicionamiento político (realmente ambiguo: monarquismo atípico, entusiasmo por la dictadura sidonista, reaccionarismo social), o sobre su peculiar nacionalismo, con sus mitos políticos renovados mágicamente (así, su neosebastianismo, Quinto Imperio, o su iberismo anacrónico). Mucho menos se han analizado sus ideas económicas (sociología del comercio). Algunos de sus biógrafos profundizan algo más, pero sin una visión sistemática, y, en general, la apología predomina sobre la crítica. Las astutas redes intelectuales pessoanas (su sutil juego heterónimo de diversificación y encantamiento) logran atrapar a quien se acerca a él. En el fondo existe una clara predisposición a ser seducido por Pessoa. En este sentido, las aportaciones de Jorge de Sena, Joel Serrao, Jacinto de Prado Coelho, Nuno Rogeiro, Joao Gaspar Simoes, Antonio Quadros, entre otros, son imprescindibles como punto de partida. Con una perspectiva más sociológica crítica, Alfredo Margarido ha pretendido estructurar el sistema ideológico de Pessoa teniendo en cuenta otros factores.
Entrar en el Pessoa ensayista político no es una tarea fácil. Sin pretensión exhaustiva, veo tres dificultades.
Hay, por lo pronto, una dificultad inicial: no resulta sencillo sistematizar las ideas políticas y sociales de un poeta, como Pessoa, conceptualmente complejo, brillante y disperso a la vez; y, sobre todo, conscientemente contradictorio, que no pretende proyectar un mensaje unívoco, sino que juega con máscaras diversas y que, en todo momento, quiere evitar que se capte su personalidad / pensamiento reales, impidiendo o dificultando su clasificación. Su rechazo a Rousseau, por ejemplo, es bien significativo: no sólo Por su contenido político (Rousseau, entendido como la modernidad democrática anticipatoria), sino también por sus confesiones abiertas. Pessoa no podrá perdonar nunca a Rousseau que sustituya la confesión críptica por una confesión desinhibida. Podrá, en cambio, asumir a Omar Khayyan, pero aquí se introduce algo con lo que se identifica más: su pesimismo y panteísmo. En gran medida, el ocultamiento irónico, y siempre lúcido, es un arma para seducir, no tanto para convencer. En este sentido, es fácil ordenar a Neruda o a León Felipe, a Miguel Hernández o incluso a Antonio Machado -todos coetáneos-, pero Pessoa se escapa; pero, entiéndase bien, no hay un escapismo, sino toda una compleja estructura que se aproxima a la literatura de ficción. Lo que Eco ha hecho con los thrillers no sería un mal método de aproximación clasificadora: no hay que olvidar que Pessoa se interesa también por los cuentos de ficción (A very original dinner). En todo caso, Pessoa difícilmente podría asumir que alguien que no fuese un heterónimo suyo lo sistematizase: de aquí, los obstáculos que pone en sus discursos.
Hay, por otra parte, una dificultad adicional, aunque ya más conocida: su época. Una época (Pessoa nace en 1888 y muere en 1935) caracterizada por la ruptura y la transgresión total de la vida cultural y la renovación de los esquemas políticos tradicionales. Pessoa vive inmerso en el vanguardismo y en el futurismo (Portugal futurista, Eh real!); pero también en las convulsiones sociales y políticas de un Portugal desasosegado: de la monarquía a la república liberal, que ataca frontalmente, del sidonismo Populista al salazarismo autoritario inicial (que alaba, el primero, y que, ambiguamente, asume, el segundo, con alguna protesta tardía). Analizar el pensamiento
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político-social de Pessoa -disperso en ensayos, artículos periodísticos, notas fragmentadas e inconclusas- significa adentrarse en todo el período crítico de la I Guerra Mundial y, sobre todo, de entreguerras. Período ideológicamente muy rico que transforma Europa, pero también muy confuso. La complejidad globalizadora de esta etapa histórica afectará también a un Portugal agrario y tradicional que busca con dificultad su modernidad, recibiendo y asimilando la plural cultura europea: no sólo la francesa, dominante, sino, en Pessoa, por su educación colonial británica, la cultura anglosajona y clásica. Todo ello explicará muchas de las contradicciones pessoanas: su tomismo aristotélico y su gnosticismo estético y teosófico, su liberalismo elitista y ácrata y su populismo dictatorial nacionalista, su eclecticismo conservador y su firmeza antisocialista y antidemócrata.
Hay, finalmente, una tercera dificultad: la tendencia, por críticos y apologistas pessoanos, más estos últimos, de simplificar e idealizar. Los estudios de Margarido, que creo son los mejores, podrían situarse entre los primeros: ver sólo a Pessoa desde Marx es una reducción, mecanicista o dialéctica, excesiva. Como también sería inexacto verlo sólo desde Freud. Pero es más frecuente la acentuación que se hace a su mitificación. Idealizar sin límites a nuestro poeta sería -y es- situarlo en una intemporalidad acrítica, y esto, sociológicamente, no es muy correcto; eso sí: literalmente resulta atractivo. Con casi todos los clásicos hay siempre una constante histórica a la salvación y apropiación ideológicas.
Pessoa responde, en definitiva, a una época ambivalente, a un contexto político-social de inseguridad y de transición, a una personalidad genialmente fragmentada. Es, sin duda, desde Camoes, el mejor poeta portugués y uno de los grandes poetas de la cultura europea. Pero es también un exponente muy singular, que no excluye profundidad, de una época / generación confusa, y, dentro de esta confusión, Pessoa no es un pensador demócrata.
Este año, en noviembre, se cumple el 50º aniversario de su muerte, y es buena ocasión, que no pretexto, para ahondar en una obra literaria, y también política, excepcionalmente brillante. Como otros clásicos, no necesita mitificación para estar presente, en primera línea, en nuestra cultura contemporánea. Su lectura y su clarificación es un buen ejercicio intelectual.
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