_
_
_
_
Entrevista:

"Habrá que aplicar un plan de austeridad tras las elecciones"

Bajar las pensiones, privatizar más empresas públicas y preparar un plan de austeridad a cuatro años para después de las elecciones legislativas, gane quien gane. He aquí algunos remedios que ve Enrique Fuentes Quintana contra el déficit público, identificado como el mayor mal para la recuperación económica y el empleo en un curso que ha dirigido el profesor en Santander. El problema parte, a su juicio, de la propia sociedad. Por eso recomienda emplear menos dinero en economistas y más en informar, en persuadir, para que los agentes del gasto y del ingreso se enfrenten sin tapujos a la realidad.

Don Enrique -"el profesor" entre los economistas españoles- figura entre las muy pocas personas que han estado en los últimos 30 años detrás de todas las grandes decisiones de política económica, y ha dado solidez de prueba a que todo programa económico necesita estrenar un período político. Desde el púlpito universitario, el Gobierno, o las cúpulas financieras (el Banco de España o las cajas de ahorro) influyó en el plan de estabilización que sacó al franquismo de la autarquía, en el primer compromiso de ajuste democrático que fueron los Pactos de la Moncloa y en la más reciente actuación del Gobierno socialista. Durante los últimos meses ha predicado un pacto político contra el déficit público. Pese a su aparente falta de éxito, ha convocado en Santander a todas las cátedras de Hacienda Pública para debatir durante una semana el asunto con responsables de la Administración y de las empresas, cuyas conclusiones comenta ahora con este periódico.Para resumir en pocas palabras, allí se ha coincidido en que el problema no sólo es financiar un déficit actualmente considerado dañino para la economía, sino que está enquistado en la organización social y sólo de ella podrán venir las soluciones. "Mientras la sociedad no lo comprenda, los políticos se resistirán a recabar esfuerzos de los ciudadanos. Así descubre su vena tecnocrática Fuentes Quintana, quien dice ver confirmada día a día su convicción de que los últimos años han sido en España, al igual que deberán ser los próximos, "la larga marcha hacia una política económica inevitable". Por eso no libra al Gobierno ni a la oposición de "hacer políticamente aceptable lo que la economía nos dice que es irremediable". Por eso se muestra perpelejo de que la oposición conservadora haya acusado al Ejecutivo socialista de robarle su política económica y le haya censurado, al mismo tiempo, el intento de rebajar las futuras pensiones. "Si el Grupo Popular ganara las elecciones las tendría que reducir", afirma.

Cerrar todas las compuertas

"O se cierran todas las compuertas del déficit o su desbordamiento terminará por inundarnos", dice también. En esta labor, valora positivamente que se haya alcanzado consenso tanto entre los técnicos españoles o extranjeros -cita como testimonio los últimos informes del Banco de España, del Fondo Monetario Internacional y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico- como entre los políticos, "ninguno de los cuales calla los perjuicios del déficit, a diferencia de 1982, cuando terminó el esquema generador de gastos desde una oposición socialista fuerte y un Gobierno débil".Así pues, basta convencer a la sociedad. "Necesitamos del gran comunicador, y lo tenemos; los españoles, siempre que se les ha explicado bien un problema, han entendido las actitudes reformadoras". Aclarado que habla de Felipe González, explica el presunto fracaso de éste ante la prueba de las pensiones en que "había delegado las funciones de política económica" y en que "debe gastar menos en economistas y dirigir esfuerzos hacia cómo desplegar una política acertada de información".

Un 74% de las familias españolas, según las encuestas del Fondo de Investigación Económica y Social de las Cajas de Ahorro, que dirige Fuentes Quintana, está ya contra el déficit público. No obstante, los programas de Seguridad Social gozan de la máxima popularidad, y a la hora de ser preguntadas por las soluciones, señalan el fraude y los gastos en armamento, al tiempo que rechazan la subida de impuestos. Pero el profesor es optimista y cree en el remedio de presentar el déficit como un obstáculo para crear empleo, la mayor preocupación de los ciudadanos.

"Hay que explicar que mientras persista el déficit no habrá inversión, y sin inversión -con motivo del mismo curso el director general del Tesoro, Raimundo Ortega, decía que todavía el repunte de la demanda de crédito parece destinado en buena parte a amortizar puestos de trabajo- no existirá el empleo. Que el 30% del ahorro privado lo absorbe el déficit del Estado. Que la inmensa mayoría de los gastos públicos son redistributivos, de consumo o de transferencias, no de inversión. Y que así se impide la baja de tipos de interés y la inversión privada al tiempo que un 27% de las familias tienen un parado en casa y el 50% de los jóvenes carecen de empleo".

Seis frentes billonarios

Los principales focos de déficit analizados en el curso y comentados por el profesor Fuentes Quintana se centran, por este orden, en la rigidez del mercado de trabajo, la seguridad social, las empresas públicas, las subvenciones e incentivos exigidos por una práctica corporativa del capitalismo español, las carencias y errores de la reforma fiscal y la formación del Estado de las autonomías. El denominador común de la mayoría de estos factores es que cada uno origina al Estado anualmente gastos, de una aproximación grosera, cercanos al billón de pesetas. Es decir, algo más de tres pesetas por cada 100 producidas en valor añadido cada año por la economía española.Entre las soluciones organizativas escuchadas durante el curso, el profesor asume como conclusivas la necesidad de crear una oficina presupuestaria dependiente del presidente del Gobierno y el estudiar con detenimiento las posibilidades de que las Cortes prohiban el presentar presupuestos anuales del Estado con más gastos que ingresos. La primera, propuesta por Ceferino Arguello, penúltimo director general de Presupuestos y actual delegado del Gobierno, en Campsa, fue adoptada con éxito por Canadá y trataría de terminar con "el papel del ministro de Hacienda como gran sumador del reino". El presidente decidiría en última instancia las prioridades de cada año. "Nuestros abuelos decían que lo que está en el presupuesto no está en el mundo. Ahora podemos afirmar que lo que está en el presupuesto no desaparece del mundo. Lo único que se discute cada año es su incremento", dice Fuentes Quintana. La segunda ha sido intentada por el presidente de Estados Unidos como enmienda 25 a la Constitución, la aprobó el Senado y la ha rechazado el Congreso, pese a que las encuestas revelan un 84% de los ciudadanos a favor.

Como todos los gastos se presentan a corto plazo con carácter de irreductible, en especial los de funcionarios y deuda pública, según puso de manifiesto en el curso el secretario de Estado de Hacienda, José Borrell, otro remedio considerado interesante por Fuentes Quintana lo emplean ya algunos países nórdicos: desindiciar. Se trataría de sacar del índice de precios al consumo tomado como referencia para fijar los salarios y otros costes la repercusión en el mismo de los impuestos indirectos, los cambios en la cotización de la peseta y las subidas del petróleo o de otros productos exteriores. Durante los últimos años estos tres factores han elevado entre dos y cuatro puntos la inflación española.

Focos a atajar

Ya en el repaso de los focos de déficit, "que o logramos reducirlo o nadie se creerá los objetivos de inflación", según el profesor, una variable que influye en todos ellos es la rigidez del mercado de trabajo; el desempleo elimina ingresos y requiere ingentes subvenciones. "Desde 1970 nuestra producción ha crecido un 53% y el empleo ha bajado un 15%, mientras en Europa los puestos de trabajo han descendido un 15% en el país que más y el producto aumentó entre el 20% de Gran Bretaña y el 50% de Francia. Esto demuestra que no es el crecimiento económico lo que condiciona el empleo, sino el mercado de trabajo, advierte Fuentes Quintana.De la Seguridad Social, el gasto que más se ha disparado entre los mayores y más amenaza con crecer, ya hemos hablado. El profesor, que presidió en 1981 el penúltimo intento de reformarlo, indica que si no se acomete pronto y eficazmente el problema, habrá que hacerlo con mayor dureza en los próximos años, debido a que no se podrán cumplir las expectativas, de derechos garantizados por la ley de 1972, cuando había otra situación económica y otra relación cotizantes-pensionistas.

Sufrir hoy o mañana

El dramatismo de este sortilegio -sufrir algo hoy o mucho más mañana- lo extiende el entrevistado a la empresa pública, "cuya reforma pasa por la privatización". Un agravante a este remedio estriba en que la venta de empresas puede acrecentar a corto plazo el déficit público. Pero Enrique Fuentes esgrime el reciente informe del Fondo Monetario Internacional para asegurar que evitar esto significaría tener que afrontar a largo plazo mayores gastos. No obstante, opina que, junto a la privatización, o para ella, o en casos de que no sea conveniente, hay que introducir elementos dinamizadores de la gestión cuya eficacia se ha dejado ver en el contrato programa de Renfe.Frente a las subvenciones explícitas y los gastos fiscales que demanda sin cesar el capitalismo corporativo español, el director del curso sobre el déficit aconseja "desmochar muchas de ellas". A este respecto, deberían ser revisados el presupuesto de gastos fiscales o conjunto de incentivos que supone deducciones o desgravaciones en los distintos impuestos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_