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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Leyendo la carta

del señor Vedat Koken en EL PAIS del 24 de junio, respecto a la destrucción de la iglesia bizantina de San Jorge, en Constantinopla o Estambul, no pude remediar dar una contestación sobre el contenido de la carta.1. Dando la casualidad de que he visto la situación actual de la iglesia y el resultado de semejante barbarie de destrucción de un monumento artístico, me parece lamentable que se intente rectificar con falsas justificaciones. La verdad es que yo soy muy corta para entender cómo los planes urbanísticos justifican la destrucción de un monumento.

2. El hecho de protestar porque se escribió Constantinopla y no Estambul no tiene ningún sentido,

ya que el nombre Estambul viene también del griego, y precisamente de la deformación por los turcos de tres palabras: is tin poli, que significan a la ciudad. Así solían llamarla y siguen llamándola los griegos, polis, o sea, ciudad.

Más información
La demolición de rara iglesia en Estambul

Si tuve tanto interés de contestar al contenido de esta carta es porque no entiendo qué es lo que pretende conseguir la Administración turca destruyendo monumentos artísticos relacionados con Grecia. Parece que el Gobierno turco padece de una enfermedad que se llama histopiofobia.

El mundo entero sabe lo que debe a la civilización griega, y los países que tienen monumentos de la antigua Grecia no sólo los cuidan como reliquia, sino que los promocionan, como es el caso del sur de Italia. La verdad es que países como Italia no tienen miedo a la historia ni necesidad de destruir el pasado porque también tienen un pasado cultural glorioso y no se pueden sentir acomplejados.

Espero que no empezarán ahora a buscar otro nombre que no esté relacionado con el mismo griego. No hay por qué inquietarse. Llamarla Constantinopla, o Estambul, o con cualquier otro nombre da igual, ya que la realidad es una: que su presente es turco, pero su pasado, heleno.- .

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