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Tribuna
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Imitación

Empiezo a sentirme harto, aunque podría expresarlo de una manera más fina, de la constante evocación de lo extranjero. Basta que se ponga algo en cuestión, sea una decisión política o una catástrofe, para que seguidamente el responsable exhiba casos de otras naciones, supuestamente modélicas, que avalarían la torpeza o la desgracia. A la estructura militar ,de la Guardia Civil la ampara el modelo de los carabinieri; al terrorismo de ETA, el ejemplo británico con el IRA; al recorte de las pensiones, un proyecto acaso en el Estado de Utah. No importa apenas de que se trate. El valor de un hecho, de un concepto, queda fácilmente convalidado si encuentra réplica en el mundo desarrollado del exterior. En este sentido, España parece haber elegido la posición de un voyeur, sin otros medios de placer que los que presta el argumento de los otros. A veces el asunto es tan patente como esas cabeceras de revistas y periódicos españoles que traducen literalmente los títulos de similares publicaciones norteamericanas o europeas. Otras es todavía más grotesco.No intento un alegato nacionalista. Todo nacionalismo es una asfixia y contiene al fin la parte más ruinosa de los incestos. Me refiero a esa paleta voluntad de copia automática y, con ella, a esa rendición de la voluntad para promover a este país sin complejos. Tengo así la sensación de que la idea de libertad que llegó con la democracia ha quedado convertida en un bien público. Instalada como una suerte de patrimonio del Estado y que, en cambio, no circula saludablemente por los individuos, incluidos los que gobiernan. No es verdad, a mi entender, que los socialistas, por poner un ejemplo, practiquen una política reaccionaria. Me parecen, sobre todo, atenazados por esa falta de flujo liberador y la coartada de la copia. Y esto es ante todo aburrido, además de grave. La copia, la reverencia al experimento del otro, resta aventuras a nuestra sociedad. Es, en síntesis, una aplicación de libertad. O la renuncia, poco más o menos, a pensar libremente y a construir un país desinhibido.

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