Don Quijote, armado caballero en Georgia
En los estudios de Gruziafilm de Tiflis, Don Quijote va a ser armado caballero. El escenario representa una venta con dos niveles distintos. En la escalera, con gesto indolente, se sienta el ventero, que además es el jefe de la producción. Al fondo cuelgan jamones y morcillas de papel maché, ristras de ajos, cebollas y pimientos secos. Don Quijote, el actor Kaji Kabsadse, pronuncia unas palabras en georgiano con los ojos perdidos en el vacío. Las cabras, los pollos y un pato que contemplan el cuadro se resisten a permanecer en él y pasan al otro lado de la cámara.
Todo aquí está hecho en Georgia, desde los jarros de arcilla a los muebles, pasando por la armadura, la lanza y los trajes. Hasta los ladrillos, en número de 50.000, han sido hechos especialmente para la película, según nos cuenta Chkheidze. De España está la inspiración, el material documental, la colaboración de algunos españoles y unos cuantos papeles del reparto, entre ellos el de Dorotea, adjudicado a Paloma Botín, la hija de Emilio Botín y Paloma O'Shea, fichada para la cinta mientras estudiaba ruso en Moscú. "Su padre es un banquero muy importante, ¿no?", preguntan con curiosidad.
Don Quijote es un proyecto con el que Chkheidze dice haber soñado desde sus tiempos de estudiante. Su puesta en práctica se resiente de la ausencia de Radiotelevisión Española, cuyo director general, José María Calviño, firmó en Moscú un protocolo para la realización del filme en febrero de 1984. La ausencia ha sido compensada con otro socio español, la compañía Romagosa International Merchandising, que distribuyó internacionalmente la serie de dibujos animados sobre el Quijote.
Seis millones de rublos
El hueco de RTVE, sin embargo, no se ha llenado por completo, y en medios próximos al filme se expresa la esperanza de que RTVE comprará la cinta una vez finalizado el primer capítulo, comenzado a rodar a mediados de abril. Según Chkheidze, el coste inicial del proyecto era de seis millones de rublos (un rublo equivale a 220 pesetas aproximadamente) por parte georgiana y una suma equivalente por parte española. Cuando RTVE participaba, los interiores del filme debían rodarse en Georgia, y los exteriores, en España. Una delegación de Gruziafilm viajó a La Mancha para familiarizarse con el ambiente. Sin RTVE las posibilidades son más limitadas, y los responsables de la cinta tratan de rodar lo más posible en Georgia. "El rodaje", dice Chkheidze, "lo vamos a hacer en Tiflis y en Ajaltiche, en el sur de Georgia, una tierra muy antigua que sufrió muchas invasiones y que se parece mucho a La Mancha. En España rodaremos la escena de los molinos y algunos episodios más, como el encuentro final con Carrasco en Barcelona".Chkheidze confía en poder ir a España en septiembre, pero el tema parece depender de las disponibilidades económicas. "En la película", nos dice, "toman parte artistas georgianos, artistas de Moscú y unos cinco o seis españoles. Quisiéramos tener más españoles, pero no podemos. Son cosas relacionadas con las divisas".
El director, de 59 años, asegura no comprender por qué RTVE se retiró del proyecto y niega que su versión del Quijote vaya a ser superrealista, como se afirmó en la Prensa española. "Yo no sé de dónde se han sacado eso. El guión es muy realista, como el libro.
Cuando estuve en España fui a visitar el Museo Dalí en Figueres. Al volver a Madrid estaba muy emocionado, porque el museo me gustó mucho. Pero hay que ser idiota para deducir de eso que la película va a ser superrealista. En nuestras condiciones, hacer una cosa superrealista es muy difícil. Ahora no tenemos contactos con Radiotelevisión Española, pero nos dijeron que iban a comprar la película cuando estuviera hecha".
Con los medios disponibles, Chkheidze trata de adentrarse en una obra y unos personajes que él considera próximos al pueblo georgiano. "Trabajamos mucho con la literatura. Estudiamos las costumbres, la etriograflia, la pintura y el folclor musical", señala el cineasta, enseñando una enorme pila de libros al lado de su escritorio. "Hicimos candelabros, objetos metálicos y hasta una cerámica que no se diferencia de la española e la época. Tenemos muebles del siglo XVI y de principios del siglo XVII Los diseños los hicieron nuestros artistas".
Según el director, más de 200 personas han trabajado durante dos años para producir todo lo necesario. Las armaduras son obra del artista georgiano Gogishvili; lo más difícil fueron los muebles. Entre las empresas que participaron está la Academia de Arte de Georgia, el teatro de la Opera de Tiflis, una fábrica de cristal, dos combinados de muebles, dos escuelas técnicas y una fábrica de ladrillos. Todo ello ha costado ya un millón y medio de rublos, nos indican, sin contar el vestuario.
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