_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Fátima

En el Manifiesto Dadá de 1918, Tristán Tzara escribía: "Hay un gran trabajo destructivo, negativo por hacer. Barrer, limpiar". Del dadaismo al surrealismo por la vía más rápida, del nihilismo a la creatividad,. según la regla de oro ácrata. Alí Agca ha elaborado su autorretrato con ingredientes dadá, surrealistas, nihilistas, ácratas, creativos... Demasiado para el cuerpo y para el alma. A veces, Alí Agca parece Salvador Dalí tratando de vendemos su estética y otras recuerda a cualquier profeta fascista proponiendo la cruzada del Far Est, pero no la del Far West.

O Alí Agea es un terrorista educado para toda clase de niÍstificaciones o ha dedicado sus años de encierro a construir esa imagen urbi et orbi de místico dadá cristianizado, capaz de confundir incluso a la florentina conciencia del pueblo italiano. El carácter de gran superproducción espectacular en tecnicolor que Wojtyla ha dado a su pontificado es lógico que haya influido hasta en sus asesinos. Al discreto Paulo VI trató de matarle un autodidacta del magnicidio. A Juan Pablo II tenía que intentar matarle otro actor casi tan bueno como él, un actor a lo diabólico para cargarse a un actor a lo divino. Curioso final de milenio en el que los actores se apoderan de la política.

Cualquier esperanza de verdad debe reprimirse. Me refiero al caso Alí Agca, naturalmente. La pista búlgara o la pista soviética o la pista turca llevarán a un nudo de carreteras que nadie va a poder deshacer, aunque políticamente se dé la explicación que más convenga al momento histórico de la política de bloques. Más que un chivo espiatorio de una basta conjura, Alí Agca es, en la actualidad, el actor dadá que barre o limpia las huellas de un crimen y desorienta al inspector Clousseau por el procedimiento de la luz de gas mística. Hasta los secretos de Fátima han dejado de ser secretos gracias a Alí Agca y uno de ellos coincide con las profecías del catastrofismo milenarista. Un poco más de miedo, qué importa. Es más, el miedo está guardando la viña de Occidente y muchos se plantean si ante las revelaciones del secreto de Fátima tiene sentido luchar contra el recorte de las pensiones.. Antes de fin de siglo, todos calvos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_