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PERFIL

Alí Agca, un asesino a sueldo aspirante a superestrella

Fanático religioso, terrorista de extrema derecha -al servicio de los búlgaros, según él, de los que luego se ha convertido en el gran acusador-, ideólogo nacionalista, asesino a. sueldo, loco, megalómano, profeta y visionario son los papeles que Alí Agca ha sido sacando en su trayectoria delictiva interrumpida en la plaza de San Pedro tras disparar contra el Papa. Y pretende desempeñar también el de gran estrella del proceso de Roma sobre la presunta conspiración internacional para asesinar al Papa. Para ello se negó a declarar en su idioma natal, el turco, prefiriendo utilizar el de la mayoría de los periodistas presentes en la sala-bunker del Foro Itálico, el italiano, para, dar así más impacto a sus palabras.Alí Agca, sin embargo, ha perdido por el momento la iniciativa en el proceso de Roma que él mismo abrió espectacularmente el día 25 de mayo con su apocalíptico anuncio del fin del mundo y sus apelaciones oscuras al Vaticano, para luego guardar silencio en espera de que hablasen primero sus víctimas, es decir, los otros tres acusados de participar en una conspiración internacional para asesinar a Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981. El juez Severino Santiapichi le cortó: "El tribunal no se ocupa de verdades absolutas, no se interfiere en verdades eternas; estamos aquí para juzgar hechos concretos", y la corte decidió que estuviese fuera de la sala mientras hablaban los otros procesados en un juicio en el que él es el único testigo de cargo conocido hasta ahora.

"Yo soy Jesucristo, y en nombre de Dios omnipotente os anuncio el fin del mundo...", "al Papa le conté que vi a Dios, y éste me hizo presenciar la crucifixión, la resurrección y la ascensión de Jesucristo a los cielos...", poseo la verdad absoluta...". Son frases de sus manifestacíones ante el tribunal que muestran toda una evolución mental. Primero es un fanático islámico que dispara al Papa en la plaza de San Pedro de Roma, quien luego le perdona, desde su lecho del hospital Gemelli -el primer domingo después del atentado- y, posteriormente, el 27 de diciembre de 1983, en la cárcel de Rebibbia.

A continuación es el gran acusador: describe al juez Ilario Martella la trama búlgara del atentado contra el Papa. Más adelante, cuando el misterioso y no aclarado secuestro de Emanuela Orlandi -una joven cuyo padre trabaja como humilde empleado en el Vaticano, capturada en junio de 1983 por un misterioso y desconocido grupo turco que exigió la liberación de Agca-, éste parece presentarse como el único que puede conseguir que siga con vida. Finalmente pasa a ser un profeta y un visionario.

Frío y calculado

no hay que olvidar que Agea es, en el punto de partida, un asesino a sueldo, frío y calculador, que se pasea tranquilamente por Palma de Mallorca en espera de que llegue la fecha del atentado. Que para preparar el crimen recorre Europa, dejando huellas y cómplices por todas partes como si pretendiese hacer encaminar las investigaciones en la dirección que más le interesase a él, o utilizar el máximo de resortes, de personas, para poderlas utilizar o manipular en el momento oportuno. Es un condenado a muerte por el asesinato del director. del periódico turco Milúyel.Agca nació hace 27 años en un poblado de la región de Malatiya, en el seno de una familia humilde, y creció en un medio donde la práctica del islamismo religioso estaba fuertemente implantada, al igual que la violencia. Hasta los diez años sufrió frecuentes crisis epilépticas, aunque, según los médicos turcos que le analizaron en la cárcel tras el asesinato del director de Milliyet, no dejó secuelas o daños en su cerebro.

Desde muy joven se le ve unido a los grupos nacionalistas de extrema derecha, a los lobos grises, terroristas que luchan a muerte con los grupos de extrema izquierda en Turquía.

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¿Es un loco este asesino a sueldo? La tesis cada día queda más descartada, incluso por el Vaticano que sigue con una actitud de extremada prudencia el desarrollo del proceso del Foro Itálico. Algunos observadores mantienen que los mensajes dirigidos a la Santa Sede por el agresor de Juan Pablo II buscan una inciativa para su liberación, ya que el Papa le ha perdonado en varias ocasiones.

En el primer juicio, en el que fue condenado a cadena perpetua por el juez Santiapichi, impuso la condición a su abogado defensor, Pietro d'Ovidio, que jamás se le hiciera un examen psiquiátrico. Él mismo insiste en que es un hombre lúcido: "Tengo una mente sana y flexible, y soy bastante inteligente", dijo ante sus jueces.

El miedo de un mitómano

Se acerca Agca más a la figura de un mitómano, de un megalómano que quiere pasar a la historia y se resiste a quedar en segundo plano. Tiene que ser él la figura, la estrella. Por eso la dosificación de sus shows. Pero también hay que considerar el miedo a ser asesinado en la cárcel. Al empezar su condena escribió a los jueces que tenía miedo de que el Vaticano le asesinase. Sus comidas y bebidas son sometidas a riguroso examen para evitar que sea envenenado. Circula una versión en la que se mantiene que los servicios secretos italianos consiguieron convencerle de que hablase utilizando la amenaza de sacarle de su celda de aislamiento y trasladarle a la zona donde viven en común los demás reclusos..., donde siempre podía haber un fanático católico que vengase al Papa.Las sucesivas rectificaciones de sus acusaciones y el continuo añadir datos nuevos (en base a manifestaciones de otros acusados, a las que no debería haber tenido acceso) a sus pruebas de cargo pueden responder también a la necesidad de seguir sirviendo a quienes puedan estar detrás de él, a pesar de sentirse abandonado por ellos. En el caso de que dejase de ser útil, su sentencia de muerte quedaría firmada.

En cualquier caso, se trata de una personalidad tormentosa cuya inestablidad se ha visto agravada por cuatro años de absoluta aislamiento en la cárcel encerrado en sí mismo. Esta situación puede acabar con la resistencia psíquica de cualquiera, pero también le ha proporcionado a Agca tiempo de sobra para meditar y reinventarse sus sucesivos papeles antes de salir a escena. El problema es saber cuál de ellos es más o menos auténtico.

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