Alí Agca quiere un careo con la vidente de Fátima
El terrorista turco Alí Agca tuvo ayer en vilo al tribunal que le juzga ,en Roma, al fiscal y a los defensores. El hombre que atentó contra el Papa les hizo perder los nervios con afirmaciones como que el Vaticano le ha dicho que es Jesucristo; que quiere un careo con sor Lucía, la vidente del tercer secreto de Fátima; que el proceso debería pasar a un tribunal internacional; que Bulgaria "es culpable" y que teme responder sobre la pista búlgara (supuesta conspiración de los servicios secretos de Sofía) porque está amenazado de muerte por el KGB soviético (Comité de Seguridad del Estado) y el espionaje búlgaro.
El presidente del tribunal, Severino Santiapichi, se vio obligado a prolongar ayer por la tarde la sesión y a interrumpirla tres veces ante la tensión que se había creado en la sala. Ya por la mañana, Alí Agca, de 27 años, había empezado con un espectacular golpe de teatro, al afirmar que había recibido una carta de las autoridades judiciales búlgaras en la que le amenazan de muerte. El presidente tuvo que explicar que las cosas eran muy distintas, que se trataba sencillamente de una orden judicial búlgara contra los delitos cometidos por Agca en aquel país, como, por ejemplo, haber cruzado ilegalmente la frontera, haber utilizado pasaporte falso y haber calumniado al régimen.El fiscal búlgaro que asiste como observador al proceso, Jordan Ormankov, explicó a EL PAIS que se trata de acusaciones por las que la Corte búlgara puede pedir para Alí Agca 15 años de cárcel. Aclarado este particular, el presidente pidió a Agca que contase toda la historia, desde su fuga de la cárcel en Estambul hasta su paso por Bulgaria. Y añadió: "Hable tranquilo, que no voy a interrumpirle". Y Agca contó una verdadera novela, tras haber anticipado: "Yo no soy un criminal; soy un terrorista que deseaba llamar la atención de la Prensa internacional a favor de millones de personas desamparadas del Tercer Mundo". Reconoció que el objetivo del atentado contra el Papa había resultado equivocado, pero defendió su "buena voluntad" a favor de los oprimidos.
Pero de su historia quedó claro que era un personaje que podía entrar y salir de las fronteras con connivencias muy altas; que estuvo en Sofía en cinco hoteles de lujo; que usaba pasaportes falsos; que le bastaba acudir a un número de teléfono en los momentos difíciles para que la policía de las fronteras no le detuviera. Y se definió como un "terrorista protegido por Bulgaria". Aquí, el presidente Santiapichi interrumpió la crónica de Agca: "Ahora le voy a hacer una pregunta escueta, a la que deberá responder sólo sí o no". Y la pregunta fue si, durante la estancia en Bulgaria, y a través de los contactos que tuvo, se habló o no del atentado contra el Papa. Alí Agca, sonriendo, respondió: "¿Quiere que hable de la pista búlgara?". Y añadió: "No puedo responder escuetamente, porque en todo este asunto existe entre bastidores un problema exquisitamente político. Por eso no digo ni sí ni no". Hablaba volviéndose hacia los periodistas. El presidente, irritado, le ordenó: "¡Mire al tribunal, por favor!".
"Bulgaria es culpable"
Alí Agca se lanzó a decir que en el atentado hay dos planos: uno, el "material", y otro, el "fundamental", y que,este último no lo conoce el Vaticano: "Yo ya había pedido", dijo, "al juez instructor un careo con sor Lucía de Fátima. El Vaticano me ha dicho que yo soy Jesucristo, y no existe contradicción entre ser un acusado y ser Jesucristo". Y añadió: ¿Cómo puedo hablar aquí si hace sólo unos días el vicepresidente de la República Búlgara estuvo con el Papa a dos pasos de este tribunal para decir que Bulgaria no debe ser acusada?".En este momento, el fiscal se levantó gritando para que no se le permitiera salirse del tema. El presidente gritó también: "La responsabilidad del proceso, señor fiscal, es mía, y me la tomo toda", y volvió a preguntar a Agca si estaba dispuesto o no a contestar: "No, estoy muy cansado. Pido tres días de plazo". El presidente se lo negó: "Es imposible; nadie lo creería". Y decretó que el proceso continuase después de comer.
Reanudada la sesión a las 15.30, Alí Agca, con gran solemnidad, empezó diciendo: "Con la conciencia tranquila, confirmo todo. Bulgaria es culpable". El presidente dio un bote: "Aquí no juzgamos a los países, sino a las personas. Usted tiene que responderme a cosas concretas". Agca se negó, y Santiapichi le expulsó. Pero un abogado defensor pidió que volviese a entrar y que se le preguntase si deseaba responder una por una a las afirmaciones al juez instructor Ilario Martella, diciendo sólo sí o no. El presidente aceptó, Agca volvió a entrar, sonriendo con ironía. Santiapichi le leyó durante una hora la última audiencia con el juez instructor del 13 de febrero de 1984. Al final, Alí Agca se limitó a decir: "Ya he dicho que confirmo todo lo que había de clarado al juez Martella". Pero añadió: "No responderé a las preguntas del tribunal. No por que no quiera, sino porque no puedo". El presidente le pidió que explicase su afirmación, y Agca dijo: "Porque estoy preocupado, estoy recibiendo amenazas de muerte". Santiapichi le pidió que concretase. Y llegó la bomba final. Con el tono de las ocasiones solemnes dijo: "Durante los interrogatorios con los jueces búlgaros, un magistrado que hablaba en turco me dio a entender con mucha discreción que yo estaba denigrando a Bulgaria y que los servicios secretos soviéticos podrían vengarse de mí".
Saltaron de sus sillas los abogados de los búlgaros, gritando que estaba injuriando a los jueces italianos presentes en los interrogatorios con los magistrados búlgaros y que no habían denunciado nunca los supuestos hechos. Todos gritaban al mismo tiempo: presidente, abogados y fiscal. Alí Agca, con su sonrisa clásica, dijo: "No, ellos eran muy delicados, no gritaban como ustedes, pero yo entendí muy bien lo que me querían decir".
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