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Reportaje:

Shultz y Weinberger discrepan sobre la necesidad de respetar los acuerdos de limitación de armas estratégicas SALT II

Francisco G. Basterra

El Consejo Nacional de Seguridad, encabezado por el presidente Ronald Reagan, se reunió ayer en el sótano de la Casa Blanca para decidir si Estados Unidos continúa respetando o no el tratado SALT II sobre limitación de armas estratégicas. Una vez más, la Administración se encuentra dividida sobre esta cuestión clave, ya que los secretarios de Defensa, Caspar Weinberger, y de Estado, George Schultz, argumentan en contra y a favor, respectivamente, de seguir respetando el único acuerdo que posibilita una mínima restricción en la carrera de misiles nucleares de largo alcance.

Es posible que Reagan, enfrentado al Congreso por el tema de la defensa y con el diálogo con la URSS en Ginebra bloqueado por la guerra de las galaxias adopte finalmente una solución salomónica que no acabe completamente con el SALT II.Caspar Weinberger sostiene que es inútil seguir respetando el tratado firmado por Jimmy Carter y Leónidas Breznev, en 1979 porque los soviéticos continúan su rearme y, en la práctica, sólo EE UU cumple con sus cláusulas. Esta postura fue firmemente contestada en el Consejo Nacional de Seguridad por Shultz, que defendió que Washington no debe tomar aún una decisión y que cualquier anuncio apresurado provocaría problemas con los aliados europeos, en un momento en que es necesario su apoyo para el polémico sistema de defensa espacial conocido como guerra de las galaxias.

Shultz quiere consultar con los aliados este tema mañana y el jueves en la reunión de la OTAN en Lisboa. El SALT II expira a finales de este año y previamente la Administración debe anunciar si, incluso después de esa fecha, continuará respetando las limitaciones del acuerdo, que aunque nunca ha sido ratificado por el Senado ha sido tácitamente respetado por soviéticos y norteamericanos.

Reagan comunicará el próximo día 10 al Congreso la decisión final que ha sido forzada, porque el mes de agosto Estados Unidos contará con un nuevo submarino nuclear de la clase Trident, el USS Alaska, armado con 24 misiles intercontinentales, que sumados a los que ya cuenta el arsenal norteamericano superarán en 14 los límites de 1.200 fijados por el SALT II para este tipo de armas. Para mantenerse dentro de los límites se ha decidido, como quería Weinberger, poner fuera de servicio, no destruirlo, un viejo submarino Poseidón armado con 16 cohetes de una sola cabeza atómica.

La decisión que debe tomar el presidente es muy importante, ya que abandonar los límites del SALT II -estimularía una nueva carrera de armamentos entre las dos superpotencias, paradójicamente cuando tratan de negociar en Ginebra, sin éxito hasta ahora, un control de armas nucleares. La decisión supondrá un punto de no retorno en la historia de la competición estratégica.

Si finalmente Reagan decide abandonar los límites del tratado SALT II, significaría el final de todo el sistema de control de armamentos negociado entre EE UU y la URSS desde los años sesenta. La Federación de Científicos Americanos ha dicho que sería "una locura estratégica abandonar el SALT II y algo especialmente estúpido cuando se está hablando de construir una defensa espacial contra los cohetes estratégicos de la URSS".

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Una serie de estudios hechos desde dentro y fuera del Gobierno asegura que sin el SALT II la Unión Soviética conseguirá una rápida ventaja estratégica, "doblando sus cabezas nucleares con sólo un ligero aumento de sus misiles balísticos". También se perdería la actual posibilidad de verificación que permite con el tratado seguir, aunque imperfectamente, el desarrollo de la fuerza nuclear soviética.

Problemas con el Congreso

Desde un punto de vista político, abandonar el SALT II provocaría problemas con el Congreso, que tiene serias dudas sobre la seriedad de los esfuerzos de la Administración por lograr una verdadera negociación de armas con la URSS. Las relaciones con los aliados también pueden deteriorarse.Para Weinberger y los sectores más duros o realistas de la Administración, "los soviéticos ya se han embarcado en un plan de rearme con cohetes móviles de dificil. control, como el SS-24, por lo que la diferencia sin el SALT II será insignificante". Estos sectores se quejan de que el cumplimiento por EE UU del SALT II no ha servido para que Moscú haga lo mismo. Para los partidarios de dejar de cumplir el SALT II, la URSS ya está tan delante de Estados Unidos que "1.000 o 2.000 cabezas nucleares más no suponen nada".

Según Weinberger, la pérdida de los controles de verificación, -que prohíben el ocultamiento de misiles y la codificación cifrada y, por tanto, secreta de los datos de las pruebas de lanzamiento- no tendrá un impacto significativo, ya que los soviéticos "hacen todo lo posible para engañar al espionaje norteamericano". Sin embargo, los militares no tienen tan claro el tema como su jefe político, Weinberger. La Junta de Jefes de Estado Mayor, que ayer asistió a la reunión del Consejo Nacional de Seguridad, no ha adoptado todavía una posición final sobre el tratado.

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