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El tercer secreto de Fátima

Juan Pablo II ha afirmado que cuando recuperó el conocimiento tras el atentado de la plaza de San Pedro de Roma, el 13 de mayo de 1981, su primer pensamiento fue para la Virgen de Fátima. Ese mismo día se cumplía el 64º aniversario de la primera aparición de la Virgen a los tres pastorcillos portugueses en Cova de Iria: "Su mano fue más fuerte que la que sujetaba la pistola".Un año después del atentado, el Papa expresaba su agradecimiento a la Virgen en la basílica de Fátima, levantada en el lugar donde el 13 de mayo de 1917 comenzaron las apariciones marianas a Lucía, Francisco y Jacinta y donde recibieron aquellas revelaciones que luego acabaron siendo llamadas los tres secretos de Fátima, aunque sor Lucía prefiere hablar de un solo secreto dividido en tres partes. Allí, en la basílica, en mayo de 1982, un sacerdote español intentó agredir al Papa con una bayoneta.

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La vinculación de Juan Pablo II con la Madonna de Fátima es evidente. Y, Alí Agca, con toda seguridad, lo sabe, ya que una de sus actuales obsesiones es seguir estrechamente a través de los medios de comunicación cuanto dice o hace, el Papa. De ahí que cuando el terrorista turco dijo que era Jesucristo reencarnado vinculó el atentado en la plaza de San Pedro con el tercer secreto de Fátima y pidió al Vaticano que lo revelara. El parecido de su voz, tono y gestos con los de Juan Pablo II eran hasta demasiada evidentes.

Los dos primeros secretos fueron ya divulgados tiempo atrás. El primero se refería a la temprana muerte de Jacinta y Francisco. El segundo profetizaba el final de la I Guerra Mundial y exhortaba a la reconversión de Rusia (país donde cinco meses después triunfaba la revolución bolchevique), ya que, en caso contrario, "se difundirían sus errores por todo el mundo, provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia, los buenos serían martirizados y el Santo Padre sufriría mucho...'.

El tercer secreto fue puesto por escrito a finales de 1943 por sor Lucía, monja de clausura, que se encontraba enferma. Un año después, el sobre que contiene la revelación es entregado al cardenal patriarca de Lisboa, quien se lo entrega al nuncio pontificio y éste a su vez se lo remite a Pío XII en 1957.

El sobre pasó al archivo vaticano, sin que ninguno de los predecesores del papa polaco lo abriese. Juan Pablo II sí lo ha hecho y se refirió a él durante una reunión en la ciudad alemana de Fulda en noviembre de 1980. Al parecer, este secreto se refiere al final apocalíptico de la humanidad, quizá a consecuencia de una guerra mundial.

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