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Sea imaginativo, pida realismo

A los españoles se nos acusa, nos acusamos, de ser excesivamente realistas, cuando la verdad es que el realismo (y no me refiero a la adicción monárquica) no ha estado demasiado presente en nuestra historia. Nuestros artistas y políticos se han dejado ensimismar con demasiada frecuencia por lo intuitivo, lo mágico, lo abstracto, sin saber que esos conceptos imaginativos sólo son fructíferos cuando se toman como lo que son, destellos premonitorios de una realidad por descubrir. Muy pocas veces hemos pisado el suelo del camino que se hace de andar paso a paso, de lo que Pío Baroja reclamaba para la novela, "ver en lo que es", en frase tomada de Stendahl (que a su vez la tomó de Platón, y éste, según confesión propia, de su abuelo materno). Todavía ignoramos que sólo existe lo real, que la imaginación es una figura retórica, de ahí la importancia de destruir los mitos que van del milagro económico al arte abstracto: los mitos no existen.En la última exposición de Bill Slothrop, en la galería Tau de Los Ángeles, el pintor nos abrumó una vez más con sus ectoplasmas viscosos y el desaforado tamaño de sus composiciones en pleno disloque de forma y color, pero lo que Ue veras nos abrumó fue el prólogo del catálogo firmado por Umberto Eco. Explica "la floración del inconsciente iconográfico" y otros muchos conceptos sobre el gélido mensaje del arte abstracto, pero cuando de verdad se pasa en el introito es cuando dice del amigo Bill que ....no hace abstracción de las formas, sino de las ideas".

La pintura es, sin duda, el barreño sobre el que más estupideces se vierten, Séneca dijo que todo arte es imitación de la naturaleza, y en: el fondo, a pesar del tiempo transcurrido y las teorías en contra, el concepto sigue siendo válido en cuanto que el arte es la expresión de la vida y no cabe mayor amplitud conceptual. No es que no haya nada nuevo bajo el sol; es que ni siquiera somos capaces de imaginárnoslo. Nadie es capaz de inventar una forma nueva, un color nuevo, un sentimiento nuevo, ni siquiera la mitología dio con un animal inédito: para la sirena tuvo que recurrir a los ya existentes, la mujer y la sardina.

Lo que sí ocurre es que cada nuevo medio técnico de expresión que aflora a la vida cotidiana sustituye al veterano en cuanto a cultura de masas se refiere y constriñe el campo del predecesor, pero jamás lo elimina por completo, ningún medio expresivo desaparece, sino que, obedeciendo a una ley natural, sobrevive en una especie de escala filogenética haciéndose más complejo, interiorizándose para satisfacer a un público más reducido e intelectual. La foto estática hizo posible el cubismo, y la dinámica, el cine, reemplazó a las historias de la novela decimonónica obligando al novelista a descubrir el monólogo interior. La fotografila obliga al pintor a retratar el alma en vez del rostro de su cliente; por ese camino se perdió la figura y nació el arte no figurativo.

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Kandinsky es el padre de la formulación abstracta de la pintura, según la cual las formas surgen y se organizan en el cuadro por sí rnismas, con espontaneidad ajena al artista. Según los signos y manchas de color consiguen así organizarse arquitectónicamente, dando lugar a formas sugerentes que, sin embargo, no son copias de las naturales. Así está el equívoco. Las formas son

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sugerentes y bellas, en efecto, pero por más que no se correspondan con figuras fáciles de identificar son, en última instancia, copia de otras naturales que el pintor, la mayoría de las veces, ignora. La ciencia y los años las irán desvelando.

Dalí, cuando habla sin saber de lo que habla, de su "curva logarítmica del cuerno del rinoceronte", intuye por vía excéntrica una realidad más sólida que

Kandinsky. El mismo paisaje no se ve igual a vista de pájaro que a vista de gusano y nosotros estamos acostumbrados a simplificarlo siempre bajo una perspectiva humana. Si tuviéramos un aparato sensorial diferente, percibiríamos un mundo distinto; si nuestra retina fuese más sensible a otro intervalo del espectro electromagnético, veríamos un paisaje infrarrojo o ultravioleta muy distinto del que vemos; si nuestros oídos fueran sensibles a otras frecuencias, escucharíamos un mundo ahora inaudito para nosotros, y si tuviéramos sentidos sensibles a la radiactividad o el magnetismo, percibiríamos un mundo ahora inimaginable, pero el que no lo percibamos no quiere decir que no exista. Las mínimas exploraciones en ese mundo ignoto las calificamos de creaciones originales o inéditas. Error o soberbia, todo lo que se puede imaginar preexiste en la naturaleza desde el principio de los siglos (en forma evolutiva, por supuesto), y de su realidad somos prisioneros.

Los cuadros del magnífico Slothrop son un buen ejercicio de humildad, Malos pensamientos en la noche de San Juan es la microfotografía electrónica de las glándulas pedunculadas de la planta carnívora Drosophilium mediterránea. Las viñas de la ira amarilla es otra microfatografía, la de una fractura de la membrana fotosintética de la cebada. Son dos espléndidos cuadros de una gran belleza plástica, pero de un realismo brutal, en contra de lo que suponen los espectadores incautos.

La realidad última es que no podemos escapar a nuestro entomo, el genio del artista puede dar con formas bellas no figurativas, pero jamás abstractas, quizá las plasme en un cuadro, aun cuando ignore su existencia previa, por una "floración del inconsciente iconográfico" que, según Eco, llevamos grabado en nuestra intránima o, si lo prefieren ustedes, en el ácido desoxirribonucieico de nuestros cromosomas, pero de ahí no puede pasar sin los vulgares complementos de estudio y trabajo, de "ver en lo que es". De ahí mi petulante consejo a intelectuales y políticos: sean imaginativos; exploren en el realismo, que buena falta nos hace.

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