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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Cómo se crean empresas

Hace pocos días, ante un jovencísimo, auditorio universitario, varios profesores del Instituto de Empresa presentábamos una charla sobre qué cosas pensábamos que debían de hacerse, no hacerse, quitarse o ponerse para que. la sociedad española llegue bien al siglo futuro, que se marca con el numeral del milenio. Por simplificar, llamaron a nuestra charla Cómo se crean empresas. Pretendo reflexionar sobre esas mismas cosas para los posibles interesados en los cambios que la sociedad debe realizar para hacer posible el devenir económico, que pasa por la creación de empresas, pequeñas y medianas, en cualquier sector.Hay un cambio que no podemos eludir y es ser fieles al tiempo que nos toca vivir, a nuestra edad material, al margen del ímpetu juvenil con el que enfrentamos cualquier paso de los días. No podemos dar la espalda a los años que han pasado recientemente cambiando la estructura económica mundial y adentrándonos en otro modelo de sociedad: crisis energética, solidaridad civil en la industria, ecología, crisis de la industrialización, quiebra de la deficiente administración de las sociedades modernas, ralentización del crecimiento de la sociedad del bienestar, empuje de la figura del empresario y del creador, innovación tecnológica profunda e informatización de la actividad empresarial. Todo lo anterior ha pasado y estamos, aunque no nos demos plenamente cuenta, viviendo otro tiempo que es el Muestro. No podemos aplaudir, como en estos días hacen intelectuales cuarentones, el nacimiento de un nuevo movimiento estudiantil. creyendo que está renaciendo para ellos la adolescencia perdida, el tiempo de otros.

Además de vivir el día de hoy es necesario que cambiemos el sistema de gestión de la Administración del Estado. Con buena voluntad política, con poder suficiente y con funcionarios capaces y diligentes, podemos, sin embargo, tener una Administración insoportable como coste de ineficacia para la economía.

La Administración debe modernizar su sistemática de gestión, sus métodos, para permitir que la riqueza fluya. Ventanilla única, gestión interna, plazos improrrogables, auditorías de gestión, silencio positivo y responsabilización por cumplimiento de funciones son medidas de estado de necesidad. Y solamente a través de facilidades burocráticas es como se crean las empresas. No es que no se invierta porque se intente boicotear la economía, sino porque las cuentas del tiempo burocrático perdido son insoportables.

Las Administraciones territoriales y los Ayuntamientos, en el proceso de modernización, tienen que sufrir un cambio de sistema organizativo absoluto. Para la creación de empresas -riqueza y empleo-, la práctica administrativa municipal no sólo es inferior a la de la mayor parte de los países de nuestro mundo, sino -sin animosidad política- inferior a la de muchísimos del Tercer Mundo. No es culpa de los socialistas en el poder, sino de un sistema infame de gestión que insulta al ciudadano y le subordina a ser el gestor de los organismos burocráticos.

La Universidad es otro de los grandes escollos para llegar con nuestros actuales niveles de bienestar al año 2000 a través del es fuerzo de crear empresas. El movimiento estudiantil pierde el tiempo hablando de tasas, admisiones y representaciones. Tendrían, sin embargo, que ser revolucionarios en la exigencia de ser enseñados. No lo pueden ser porque el profesorado es hijo inmediato de otro inadaptado y que no enseñó en líneas generales. En temas empresariales es aberrante la lejanía que la Universidad padece de la realidad empresarial y de sus necesidades, aunque todos los días se firman convenios, se construyen puentes y cualquier responsable cuenta de los muchos -4, 5 o 25- proyectos conjuntos. Si empezásemos a formar hoy profesores como se forman en casi todo el mundo, dentro de cinco o seis años estaríamos preparados para empezar a reformar la enseñanza empresarial universitaria. Pero es de temer que en vez de aprender nos dediquemos a enseñar, a crear master llevados por ignorantes para ignorantes.Consenso sociopolíticoHay también que facilitar la creación de un clima que empuje el espíritu creador de empresas, de asunción de riesgos, de pérdida del complejo de culpa por el enriquecimiento justo. En este sentido estamos en un buen momento para este consenso sociopolítico. Por parte del Gobierno se entiende que la industrialización con miles de puestos de trabajo creados en una planta es una etapa pasada de la revolución industrial y que no volverá.

Para volver a hablar de crear 800.000 puestos de trabajo se deberá empezar por empujar el crecimiento pragmático de las 30.000-40.000 empresas que lo harán posible. Se hace a través de la cuarta ola de la economía moderna -que se llama la creación de empresas-, que ha seguido a las anteriores y que han sido: industrialización, producción en cadena, la informatización que estamos viviendo y la creación de empresas que empezamos a vivir.

Renunciar al proteccionismo

Por parte de los empresarios, actuales o futuros, es necesario renunciar al proteccionismo, a la cobardía técnica y a la desconfianza innata sobre administradores y políticos. También es necesario que las empresas ya constituidas promuevan líneas de diversificación a través de unidades empresariales autónomas creadas por sus propios directivos y empleados (intrapreneurship) o captando buenas ideas con emprendedores al frente (entrepreneurship) que pueden aportar diversificación, nuevos negocios, reconversión, etcétera.

Las mayores empresas extranjeras lo están haciendo mediante formas como prestar el dinero a un futuro empresario a cambio de una parte del negocio, comprando la producción, y otros muchos caminos. Tanto las empresas públicas como las privadas tienen una oportunidad de proceder favorablemente a los cambios que su reconversión actual exige.

En nuestra vecina Francia, el Gobierno socialista mantiene el sistema pragmático de rehacer el tejido empresarial con todos los interesados: gestión burocrática simplificada a través de ventanilla única y silencio positivo; actuaciones territoriales conjuntas con cámaras, sindicatos, financieros, patronales, institutos empresariales, directivos jubilados; sistema de información eficaz y de formación práctica; no inversión directa, sino estímulo a la interconexión de interesados; prolongación del subsidio de desempleo a quien quiera crear una empresa; facilidades fiscales y de seguridad social...

El Gobierno español está buscando un camino parecido, y en recientes consejos empiezan a alborearse medidas con germen de eficacia. Si se empeñan en que se cumpla la correcta voluntad política expresada en normas y se aniquilan las trabas a la creación de empresas, seguiremos estando entre las naciones ricas, entre las cuales, aunque no lo parezca, estamos.

Diego del Alcazar Silvela es director del Instituto de Empresa.

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