_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un listín de precios repleto con declaraciones de amor

La sensación de abatimiento era patente al término de la sesión bursátil de ayer. No sólo por la pérdida de 0,54 puntos en el índice general y la flexión a la baja de todos los corros -excepto el bancario, que ganó unas simbólicas cuatro centésimas-, sino por la continuación de ese encefalograma casi plano que planea sobre el mercado.Los operadores, de todas formas, se muestran más preocupados por las bruscas oscilaciones en el volumen diario de negocio que por el goteo de los cambios. El lunes se contrataron 981,1 millones de pesetas efectivas; el martes, 999,2 millones; el miércoles, 1.479,2 millones; el jueves, 1.088,1 millones, y el viernes, previsiblemente, menos de 1.000 millones.

Los expertos interpretan el repunte del miércoles como un primer intento de las instituciones por volver al mercado, aunque el experimento terminó, asustando a los inversores, que pudieron comprobar cómo cualquier amago comprador se refleja inmediatamente en un encarecimiento demasiado rápido de los precios.

De esta manera, la actitud prudente que atenaza a la bolsa presionó a las grandes carteras para volver a sus cuarteles de invierno y proseguir con cautela una política de picoteo -discreto, aunque excesivamente lento-, adquiriendo de forma selectiva el escaso papel que se decide a salir a la superficie.

La consigna de esperar y ver, en cualquier caso, demuestra una firme desorientación de los inversores, que esperan un acontecimiento casi milagroso que les permita trazar unas sólidas previsiones sobre la futura tendencia de la bolsa. Y es que los últimos datos son bastante contradictorios. Las cifras macroeconómicas -incremento del paro, debilidad de las reservas de divisas, deterioro del comercio exterior y de la balanza de pagos, etcétera- introducen ciertas dudas respecto a la viabilidad de los objetivos gubernamentales para este ejercicio.

Los resultados del índice de precios al consumo para el mes de abril serán determinantes en este sentido, ya que los analistas parecen no haber concedido demasiado crédito -si se hace caso al balance bursátil de ayer- a las intenciones gubernamentales de controlar la inflación que provoque la introducción del impuesto sobre el valor añadido.

Junto a ello, la falta de noticias oficiales sobre el controvertido tema de los intercambios de activos eléctricos está paralizando, desde el punto de vista bursátil, a este sector, que parece haberse convertido en la única esperanza para cualquier movimiento alcista. Al menos esa es la impresión que ofrece la inminencia de los repartos de dividendos. No obstante, tampoco hay que olvidar que la situación de la banca puede mejorar gracias a los últimos planteamientos de la autoridad monetaria, orientados hacia una reordenación del sector para aumentar sus niveles de competitividad. Finalmente, el recorte de las futuras pensiones ha enrarecido el clima político, especialmente en lo que se refiere a las tensiones que se están produciendo entre las centrales sindicales -incluida la UGT- y el Gobierno, lo que no deja de preocupar a los analistas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_