Camarón de la Isla
El 'cantaor' de flamenco afmna que su arte lo ha aprendido de los grandes veteranos
Tiene fama -y puede que se la haya ganado a pulso- de ser el cantaor más conflictivo y polémico del momento. José Monge, Camarón, es el más cotizado, el más solicitado por los organizadores de espectáculos flamencos, el que más público arrastra. Se anuncia a Camarón y el lleno está asegurado. Pero acto seguido empieza el suspense: ¿vendrá?, ¿no vendrá? ... Porque casi siempre viene, pero a veces no viene, y entonces se nota más.
"Me han echao mu mala fama con eso, sí, pero yo no tengo la culpa... Me ponen a lo mejor en un sitio y no me avisan hasta el mismo día; dicen: vete a Madrid, o a Barcelona, al hotel tal, que allí irán a buscarte, y yo, yo, ¿cómo voy a ir así? Y si luego nadie va a buscarme, ¿qué hago yo?... ¿Pero es que no voy a querer yo trabajar? Claro que quiero trabajar, para ganar dinero pa mi mujer y pa mis hijos".Está pálido, demacrado, tiene como un aire de desvalimiento que produce aprensión. Antes que nada pide un café con leche. Come poco, desganado, y se ve que quienes le rodean se preocupan de hacerle comer, aunque sin forzarle. Bebe agua a la temperatura ambiente, limpia su copa con la servilleta antes de llenarla. Fuma constantemente, incluso puede hacer una pausa en medio del plato para encender un cigarrillo.
Nacido en la isla de San Fernando (Cádiz) hace 35 años, José Monge, Camarón, nunca pensó que llegaría a ser el personaje que hoy es en el arte flamenco, aunque ahora es consciente de su responsabilidad. "Yo, al principio, estaba giñao antes de cantar, pero ahora lo estoy arriba, cuando veo a toda esa gente esperando a ver lo que haces. ¡Uf!...". Mamó el cante desde la cuna, o antes, como toda esta raza de gitanos cantaores y bailaores y tocaores que vienen oficiando lo jondo desde generaciones. "Porque el cante es nuestro, el cante es de los gitanos. En mi casa todos han cantao y bailao, aunque no fueran artistas. Mi padre, mi madre, mis hermanos. Mi padre era herrero, pero cantaba mu bien por siguiriyas, por soleá... Macandé, Caracol, Vallejo, venían a oírle. Cuando llegaba una compañía de flamencos a mi pueblo paraban en casa. Yo me despertaba y a lo mejor estaban allí cantando, y yo lo escuchaba todo y me iba quedando con cosas. Yo de quienes he aprendido en realidad ha sido de los viejos. Tengo mucha discografía antigua, aquellas placas de pasta, tengo muchas desgastadas de tanto oírlas, incluso rotas y pegadas".
Eran los tiempos de la inocencia, cuando aquel chiquillo rubio a quien un tío suyo comenzaba a llamar Camarón soñaba quizá con ser algún día cantaor importante. Ahora lo es y puede que ello le esté pesando demasiado. ¿Qué va a quedar de Camarón en la historia del cante? "Bueno, quedará por lo menos mi discografía, y quien la escuche se dará cuenta de que yo conocía el cante y cantaba por derecho, con pureza. Creo que todo lo que he grabado tiene un valor". ¿Todo, incluso estas cosas nuevas de los últimos discos? "Bueno, sí, porque esas cosas atraen a los jóvenes, a gente que, si no, pasaría del flamenco, y que en algunos casos a partir de ahí pueden ir metiéndose más en esto".
Y ya tenemos ahí el tema. ¿El flamenco está hecho y no debe ser tocado? ¿Puede, debe evolucionar? "El flamenco está hecho, pero sobre lo hecho se puede seguir creando sin engañar, sin mixtificar. ¿Por qué tenemos que hacer todos la soleá exactamente igual, como si fuéramos un disco? Si yo puedo añadirle algo propio, enriquecerla, sin desvirtuar lo que es el cante por soleá, ¿por qué no voy a hacerlo?".
Camarón cree en los duendes, sí, aunque no sepa explicar muy bien lo que eso es. "Yo creo que el duende puede darse en todos los oficios, aunque quizá más en lo nuestro, en lo de los gitanos. Pero no se puede explicar. Yo, de pronto, hago cosas que nunca he hecho, y que nunca voy a volver a hacer porque no sabría repetirlas. Eso podría ser".
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