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Izquierda, derecha

Hay momentos en que parece que la voz imperiosa del cabo ("izquierda, derecha") produce un mareo tal, que es imposible distinguir cuál sea realmente la izquierda y cuál la derecha.Es lo que pasa en el ámbito social: tanto político, como intelectual e incluso religioso. Recientemente leía el reproche de un dirigente eclesiástico a los cristianos que flirtean demasiado con la izquierda, como si la derecha fuera de suyo el espacio connatural para la proclamación del Evangelio.

A todo esto es casi imposible ponerse de acuerdo en la definición de derecha e izquierda. Sin embargo, podemos ponernos provisionalmente de acuerdo, entendiendo por derecha el espacio donde se busca la estabilidad fundada en la jerarquía y en la fortaleza del Estado, mientras que la izquierda es un ámbito dinámico que intenta superar la rigidez de la escala inmóvil y aflojar el poder del Estado en beneficio de la sociedad.Pero ¿qué pasa? J. F. Revel acaba de notar que cuando las izquierdas están en la oposición es antidemocrático criticarlas, porque entonces se niega la alternancia; cuando están en el poder es antidemocrático criticarlas, porque entonces se niega el veredicto del sufragio universal. El vocabulario socialista tiende incluso a desvalorizar la legitimidad del oponente. Según él, la vida política en Francia se presenta no bajo la forma normal, mayoría contra oposición, sino bajo la metáfora del cambio y de la hostilidad al cambio, suponiéndose que sólo el primero es querido por el pueblo, mientras que la segunda es ipso facto antirrepublicana.

Y es que, como dice muy bien R. Lourau en su libro El Estado y el inconsciente, lo que hizo reaccionar a los profesionales durante la guerra de España, tanto en el interior como en el exterior, tanto a Mussolini como sus divisiones, a Hitler con su aviación, como a Stalin con su GPU, fue el sexto sentido, el sentido del Estado, del cual todos los tests para altos funcionarios, militares o candidatos a diputado os dirán que se encuentra, como el famoso cromosoma suplementario de los homosexuales y los asesinos, en el espíritu de los profesionales de la política instituida.Y esto explica por qué el camarada X, comunista, emplea, a 70 años de distancia, la misma fórmula que el pretendiente al trono de Francia para afirmar obstinadamente la muerte del internacionalismo ("Todo lo que es nacional es nuestro"). Respuesta: el Partido Comunista Francés, como Action FranQaise y como el conjunto de la clase política, tiene el "sentido del Estado" y las buenas maneras indispensables para llegar a colocar su trasero sobre los sillines estilo directorio del poder.

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En una palabra: la denominación izquierda, derecha cambia de espacio según las circunstancias. Si nos atenemos a la elemental definición arriba propuesta, para mí, como cristiano, es lógico que tengo que inclinarme a la izquierda, si tengo en cuenta los orígenes de mi condición de tal. Jesús de Nazaret fue víctima de la derecha de su tiempo, y tomó frente al Estado -tanto nacionalista como colonial- una actitud de absoluta libertad, que le costó la vida.A lo largo de la historia del cristianismo, esta dialéctica mareante de izquierda-derecha puede dar la clave de un fenómeno paradójico, que no todos saben ni quieren captar. Porque ni el cristianismo fue tout court la legitimación del estatismo (sobre todo, del imperialismo), ni tampoco fue el animador de las luchas de liberación. Hubo de todo. El Estado sacó su buena tajada de las bendiciones eclesiásticas, y apoyado en ellas persiguió a los cristianos que se movían en el ámbito de la izquierda. Las mismas jerarquías cristianas condenaban o inducían la sospecha en estos espacios izquierdistas. Pero después, pasados años, quizá siglos, los modelos que oficialmente se proponen a los fieles no proceden ordinariamente de la derecha, sino de la izquierda. Los antiguos anatematizados son después los nuevos canonizados.

Hoy, los nuevos imperios, tanto occidental (EE UU) como oriental (URSS), andan a la búsqueda y captura del agua bendita respectiva. Y mientras en la Casa Blanca se invoca a Dios para la guerra de las galaxias, en el Kremlin se recibe a Su Santidad Pimen con su Santo Sínodo en todos los actos oficiales. Eso sí, hay una diferencia: en Occidente, la izquierda religiosa es más amplia y tiene más vigor que en el espacio oriental, donde no se encuentra un jerarca eclesiástico que apoye mínimamente la tímida protesta de un pobre pope metido a profeta. En el Occidente abundan los profetas y no escasean los jerarcas que prudentemente les apoyan esperando tiempos mejores.

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