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La competencia de las emisoras privadas italianas despierta a la RAI de su letargo

Juan Arias

A los italianos les gusta mucho la RAI porque sus programas son mejores técnicamente, porque muchos de ellos tienen la vivacidad de ser en directo y sobre todo porque la publicidad está reducida al mínimo y jamás interrumpe una película o un partido de fútbol, como hace machaconamente la privada.

Gusta, sin embargo, también la televisión privada, porque a veces es más osada en materia de sexo y frivolidad, da más películas y telenovelas, se ha llevado a presentadores famosos como Mike Bongiorno y Maurizio Costanzo y tiene menos empeño cultural, mientras, al mismo tiempo, abunda en dibujos animados para los niños.

En lo que no existe por el momento posibilidad de competencia entre la RAI y las privadas es en los servicios informativos y de crónica. En este sentido, la televisión del Estado posee unos medios tan formidables que, por el momento, los canales privados no pueden ni soñarlo. Y de hecho, Berlusconi, hasta ahora, nunca ha querido saber nada del asunto.

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El receptor en la cocina

Los programas que hoy recogen el mayor número de público en Italia son, además de los deportes, los grandes colosos en capítulos, desde Marco Polo a Quo vadis o Cristóbal Colón. Es un tipo de espacios que gusta mucho a los italianos y suelen ser obras de gran atracción artística y espectacular.

Variedades y cine

En segundo lugar, los programas de variedades, con la presencia de cómicos famosos, combinados con juegos y concursos de cualquier tipo, a los cuales aquí se les da una gran espectacularidad y en los que se derrochan además miles de millones de liras. En este sentido, la RAI, para no quedarse atrás frente a las privadas, ha llegado a pagar cifras increíbles a presentadores y artistas populares, como a Raffaella Carrá, que recibe 600 millones de pesetas por un programa diario que empieza a mediodía y dura varias horas. Al mismo tiempo ha abierto tremendamente la mano en cuestión de desnudos y de sexo, incluído el canal 1, controlado por los democristianos. Las películas clásicas, aunque sean viejas, siempre están en los primeros puestos de audiencia. Por ejemplo, los ciclos sobre el cine de Alberto Sordi, de Rossellini o de Anna Magnani.

Tanto la RAI como la televisión privada han empezado hace poco tiempo a emitir películas muy recientes, aun a costa de pagarlas a un precio muy alto.

De las privadas entusiasma un cierto tipo de telenovelas. Baste decir que, por ejemplo, la cadena Retequattro emite, desde las 8.30 hasta medianoche, 12 telefilmes, cuatro telenovelas y tres películas.

El mercado público

Tanto la televisión pública como la privada están ahora estudiando a fondo al público televisio de cada hora de la jornada, a través de sociólogos, psicólogos y demás expertos en comunicación de masas, para poder conquistar mejor el mercadoEl último ejemplo de esta lucha por conseguir la mayor audiencia ha sido el de la conquista de los noctámbulos, que ven la televisión desde las once a las doce de la noche. Era una hora dificil. Se ha descubierto que se trata de un público que no va a la fábrica ni a la oficina, más bien intelectual, que se aburre con programas tontos, pero que, al mismo tiempo, le gusta ver la televisión.

El canal 1 de la RAI ha lanzado una idea que está teniendo un éxito muy significativo: ha contratado a uno de los periodistas y escritores más famosos e inconformistas del país, Enzo Biaggi.

Este periodista, casi en edad de jubilación, enfermo del corazón, pero enormemente vital y prestigioso, y tras haberle pagado 500 millones de pesetas al año, tiene carta libre para realizar un programa que se llama 30 minutos dentro de la crónica.

Enzo Biaggi ofrece, en esta media hora, de lunes a viernes, una especie de informativo duro, apasionante, en el que aborda con gran libertad de expresión un hecho de actualidad.

Una sorpresa diaria

El periodista de la RAI cuenta con un gran equipo, con muchos medios y con muchas puertas abiertas.Todos los días hay una sorpresa. La gente se queda pegada al televisor. Comenzó el primer día con una entrevista en directo, en la cárcel, a Ali Agca, el turco que atentó contra el papa Wojtyla.

Otra noche puso cara a cara a Alessandro Natta, secretario general del Partido Comunista de Italia, y a Ciriaco de Mita, secretario democristiano, a quienes entrevistó sin pelos en la lengua y los enfrentó con otros personajes políticamente enemigos de ambos. Otro día hizo lo mismo con Gianni Agnelli y Luciano Lama, secretario general del sindicato comunista CGIL. Desfilan por este programa mafiosos, jueces, detenidos, etcétera, y a una hora en la que antes apenas un millón de personas veía el primer canal de televisión, mientras que ahora se dan cita cuatro millones.

Un éxito redondo que está quitando el sueño al imperio de Berlusconi, que ha puesto en marcha a sus mejores cerebros para que saquen de sus cilindros mágicos una idea genial capaz de robarle espectadores a Enzo Biaggi

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