_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hamlet, de nuevo en el parqué

La última sesión de la recortada semana de san Isidro terminó incluso peor de lo que se podría haber barruntado en un principio -con una pérdida de 42 centésimas en el índice general- a causa de la extrema debilidad de las órdenes compradores y del leve repunte de las vendedoras, aunque la presencia del papel continúa siendo meramente testimonial.A la hora de analizar las causas de esta apatía bursátil, los expertos tienen las ideas muy claras. Los factores de inestabilidad ya están lo suficientemente comentados y, en cualquier caso, deberían haber cedido en sus consecuencias. Parece bastante evidente que el affaire Buxeres ha originado una profunda crisis en Barcelona y que sus salpicaduras -incluso algo más que eso- se han notado en Madrid.

Incluso en estos momentos sigue apareciendo papel de aquel despacho, lo que ha venido presionando a la bolsa justo en unos momentos en que la coyuntura no permitía acciones de ese tipo. Para agravar la situación, algunas cajas de ahorro se han visto obligadas a recortar sus inversiones de carácter bursátil.

También está más que suficientemente confirmado que las pérdidas sufridas desde el pasado mes de febrero impiden a muchos ahorradores -principalmente de provincias- vender los títulos comprados en aquella ocasión, ya que a los precios actuales cosecharían unas importantes e indeseables minusvalías. Al mismo tiempo, esto les impide acometer nuevas inversiones.

Es decir, inoperancia de las instituciones, de los inversores de provincias y del extranjero, y cierto miedo de todos a las consecuencias de las investigaciones de las autoridades monetarias en el caso Buxeres. En esa situación no es difícil que la bolsa no tire, incluso en unos momentos en que más allá de las paredes del edificio de la plaza de la Lealtad se perfila una política económica que debe influir positivamente -desde un punto de vista teórico, por supuesto- en el desarrollo del mercado bursátil.

Aparte de la aprobación del paquete de medidas patrocinadas por Economía y Hacienda, parece ya inminente -quizá para primeros de junio- la entrada en vigor de la ley sobre Tributación para algunos activos financieros. Jocosamente, se dice que algunas empresas tienen preparada una montaña de pagarés para emitirlos con fecha inmediatamente anterior a esa puesta en marcha. Paralelamente, los tipos de interés siguen bajando, tanto por la influencia de esta ley como por el descenso del tipo preferencial en Estados Unidos y otros países europeos. Realmente, a corto plazo, todos estos datos deberían reflejarse para bien en la renta variable.

Pero está visto que esos factores extrabursátiles pesan menos en el comportamiento del mercado que los problemas internos. Un favorable trato fiscal a la afloración del dinero negro que fuera dirigido a inversión-riesgo, o venture-capital, según la terminología anglosajona, podría mejorar la coyuntura de la bolsa.

En caso contrario, ese dinero puede ir a engrosar la larga lista de la evasión, ya que casi nadie espera que vaya a refugiarse en los pagarés del Tesoro (por la poca confianza fiscal que inspiran) o a otros activos con retenciones del 45% (por su escasa competitividad respecto a otras colocaciones).

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_