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SAN ISIDRO

Tranqui, tronco, que vamos a la fiesta

Suben al 21 en tropel, cantando "esto es un atraco, nena". Eufóricos, con botellas de litro de cerveza en la mano, pasan ante las narices del conductor sin pedir billete. En un santiamén se hacen con medio autobús, dejando atónitos a una pareja de viejos, a una chica bien y a tres señoras que, instintivamente, se agarran a los bolsos. Sin embargo, los tíos, que llevan la típica pinta de manguis de San Blas, no parecen estar por la labor y tranquilizan al conductor: "Tranqui, tronco, que vamos a la fiesta, a lo de Burning, tío, allí al parque, colega, ahora te pagamos".Cuando el 21 llega al paseo de Camoens, el conductor opta por abrirles la puerta y dejar que se vayan sin pagar. Allí debe haber más de 100.000 como ellos, sin un duro en el bolsillo, pidiendo para beber, para fumar y para comer. La mitad de ellos ya no distinguen el día de la noche ni les importa la hora que es. Sólo saben que hoy es fiesta, que el Ayuntamiento ha montado allí un tinglado con Los Desesperados, Burning, Gabinete Caligari, Objetivo Birmania, Siniestro Total, Loquillo y Los Trogloditas, Glutamato Yeyé, Barón Rojo y la madre que los parió. "Vaya solo de guitarra más guai, tío. Alucinas". Y el alcalde diciendo: "A colocarse, y el que no esté colocado, que se coloque". Tierno sabe que lo menos que puede hacer en una situación así es ser condescendiente con los cientos de miles de tíos que van a desahogarse en vatios, alcohol y chorizo recalentado. Como cuando gritó "¡Viva el caos!" el día de la inauguración de la exposición Madrid, Madrid, Madrid, haciendo notar después que todo aquello no era otra cosa que cultura ocurrencial, nada serio, pero tampoco desdeñable.

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Blandos, duros, choris y teatro

Indudablemente, el Ayuntamiento se ha apuntado un tanto en estas y las anteriores fiestas de Sán Isidro. La programación de tantas y tan variopintas diversiones al aire libre y en locales convierten a Madrid, una ciudad abierta y viva de por sí, en una impresionante fiesta donde hay lugar para todo y para todos. Porque si el ambiente multitudinario, bullanguero y, en ocasiones, violento del parque de Camoens es demasiado fuerte para los chicos y las chicas de Serrano, éstos tienen en el Palacio de Deportes una música más pastelera y sofisticada, como es la de Mecano, Alaska, La Unión y Curva Peligrosa. Ahí el peligro está controlado y dosificado.

Unos y otros, los popis y los duros, los babosos y los punks, han hecho de Madrid una ciudad fronteriza donde confluyen todos los caminos y hay lugar para cualquier lugareño y forastero que no le tenga miedo a los puertorriqueños de Un Poquito de Todo, a los gallegos de Siniestro Total, a los vascos del Orfeón Donostiarra, a Los Nikis de Algete, al canario Caco Senante, al Teatraco de Cambaleo, a Los Chunguitos de Vallecas, al Camarón, a Tomatito... y a los manguis de San Blas.

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