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Arbitrar a un imbécil

Álex Grijelmo

Toda una gesta futbolística quedó en peligro porque un imbécil se puso a jugar a las canicas. Menos mal que no se pudo probar. El aficionado ya no es el sujeto que ve con impotencia el desarrollo del juego. Ahora ya no sólo ocasiona la clausura del estadio o multas a las sociedades deportivas (que no es lo que aquí se cuestiona). Con las anteriores decisiones de la UEFA quedaba claro: el espectador, como figura jurídica, puede influir en el marcador de una eliminatoria. Un hincha emboscado en,tre el grupo fascista de cada estadio podrá arrojar una bola de cristal sobre un defensa de su propio equipo; el jugador, previamente aleccionado, se situará gustoso sobre la camilla y, caso de resultado deportivo en contra, el partido continuará en los despachos. Pero esta vez no ha habido objeto del delito aparente. Por suerte.Esta jurisprudencia de admitir el juego de elementos ajenos a los futbolistas bien puede llevar a repetir un partido porque un centrocampista se intoxicó en el hotel y su club base la acusación en una imprudencia temeraria del cocinero; o a descalificar al equipo local porque un extremo se torció el tobillo en una irregularidad del terreno, de la que será sospechosamente culpable el jardinero o, en caso de buena defensa letrada, la máquina de cortar el césped.

Todos estos casos, como el invisible canicazo a Bergomi, son factores del azar y, aunque se aplicara el justo castigo al culpable, si fuese hallado, el suceso del Bernabéu seguiría teniendo tal condición aleatoria: como un penalti no señalado, un gol fantasma, un arbitraje desastroso o un delantero lesionado después de una entrada alevosa de un contrincante al que sólo se amonesta. Cuestión de mala suerte, porque eso le ocurre a cualquiera, igual que el vandálico y supuesto canicazo pudo ir a parar a la cabeza de Santillana.

Ahora parece que es necesario arbitrar también a los espectadores y hacer que los resultados dependan de los locos de guardia.

Puestos así, no parece dificil saber qué habría ocurrido, hace tres temporadas, si a los secuestradores de Quin¡ se les hubiese ocupado entre sus efectos un carné de sociodel Real Madrid.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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