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Indiferencia en la calle y silencio oficial ante la renovación, hoy, del Pacto de Varsovia

Los más altos dirigentes de los países que junto con Polonia forman el Pacto de Varsovia -la Unión Soviética, Bulgaria, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía y la República Democrática Alemana- llegaron ayer a la capital polaca, donde hoy firmarán la renovación del tratado, en medio de la indiferencia popular y de un silencio oficial casi total.

A su llegada a Varsovia, los dirigentes de los países del Pacto fueron saludados en el aeropuerto por el primer ministro y primer secretario del Partido Obrero Unificado Polaco (POUP, comunista), general Wejciech Jaruzelski, que vestía de paisano, con gabardina oscura y pantalón claro.

En algunas de sus principales avenidas, con temperaturas próximas a los cero grados, Varsovia parecía ayer una ciudad fantasma, habitada sólo por policías uniformados o de paisano que se paseaban por las calles, casi desiertas y cerradas al tráfico.

La Prensa mencionó ayer abiertamente por primera vez la cumbre del Pacto de Varsovia. Desde días atrás, se habían adornado con banderitas las avenidas que unen el centro de Varsovia con el aeropuerto. La Prensa sólo había informado de que "a fines de abril del presente año, se celebrará en Varsovia el encuentro de los dirigentes de los partidos y Estados miembros del Tratado de Varsovia". Ni una palabra sobre el contenido del tratado, ni sobre el período por el que se renovará, ni sobre los dirigentes que iban a asistir, ni sobre el programa de la reunión en la cumbre.

Primer viaje de Gorbachov

Todo esto resulta asombroso si se tiene en cuenta que sobre el tapete está nada menos que la renovación del pacto que une miliitarmente a los siete países europeos del llamado socialismo real para las próximas dos décadas, por lo menos. Se trata además del primer viaje al extranjero del nuevo dirigente soviético, Mijail Gorvachov, y de la primera visita de un primer mandatario de la URSS a Polonia tras la crisis iniciada en este país hace cinco años.Los diplomáticos de países occidentales no sabían nada oficialmente de la cumbre, y en la oficina encargada de atender a la Prensa extranjera ignoraban ayer los más mínimos detalles. El acontecimiento, sin embargo, se reflejaba palpablemente en el centro de prensa, que quedó dividido en dos partes: una, reservada exclusivamente para los periodistas de los países del Pacto de Varsovia, y la otra, para el resto, que ni siquiera tenía acceso a la cafetería.

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En la calle también podía observarse una cierta anormalidad. Muchas vías quedaron cerradas al tráfico, tranvías y autobuses dejaron de funcionar y las grúas se llevaban los coches aparcados en muchas zonas que fueron desalojadas rápidamente. La gente reaccionó entre indiferente e indignada ante estas perturbaciones de la vida cotidiana. En la confitería más afamada de Varsovia, la Veintidós de Julio, crecía como siempre la eterna cola para comprar chocolate. Algunos echaban pestes al comprobar que no había autobús que les llevara de regreso a casa.

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