¡Ya estamos hartos!
¡A dónde hemos llegado! Se asesina a 18 personas, se hiere en lo más profundo a cientos de seres humanos. Si en el universo infinito no somos sino partículas de polvo, sin embargo hemos sido dotados por la Naturaleza, Dios, Alá, Buda... del privilegio de la creación; el cerebro pensante que nos distingue de los animales por nosotros llamados irracionales. Por ello estamos obligados a ayudar en todo lo bueno de la creatividad, de la humanidad, y no reivindicar las muertes y el dolor de los seres humanos; cómo es posible hacer alarde del asesinato...Ya está bien. Obliguemos a todos los responsables del mundo, a los que tienen en sus manos la felicidad o la desdicha de esta humanidad, a que se den cuenta de que hoy se dispone de los medios materiales para que no sólo no haya hambre sobre la faz de la Tierra, sino que también se disponga de la asistencia sanitaria y la educación que requieren estos minúsculos seres para que seamos todos colaboradores de la paz y la convivencia.
Que entiendan todos los que tienen el poder ficticio o verdadero que ya estamos hartos, que no es posible soportar más. Desde estas líneas, una familia que ha perdido un hijo, en el atentado de El Descanso, que era como debíamnos ser todos: honrado, trabajador, incapaz no sólo de hacer mal a nadie, sino tan siquiera decir ninguna palabra que ofendiera a su prójimo; reflejo exacto del 90% o más de lo que realmente somos todos. Hemos perdido un gran ser humano y tenemos a una hija, viuda, hospitalizada; todo este dolor porque un semejante, en apariencia, es un asesino.
Por favor, agencias internacionales de los medios de comunicación, creo que, como deseo de ese 90% de la humanidad, irradiar a todo el orbe para que se haga no importa que sólo sea un minuto de silencio, que se paralice toda actividad humana un día, a una hora determinada, que sea el alarido silencioso de estos humanos que ya no soportamos más dolor., ni propio ni ajeno, que les sirva a esa mínima expresión de los que, detentando el poder real o ficticio, económico o moral, político o espiritual, que ya estamos hartos.-
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