LAS 'AMANITAS' Y LA MAGIA
Las especies phalloides, verna y virosa del género Amanita, mortales. de necesidad, aglutinan la leyenda negra de una familia, la de las amanitáceas, en la que, como suele ocurrir, hay de todo. Desde la codiciadísíma Amanita caesarea, oronja en castellano, aurriola en catalán, kuleto en euskera, y la Amanita rubescens, que hervida pierde el veneno y constituye bocado de rey, hasta la Amanita citrina, que no mata, pero tampoco engorda, y además sabe a rayos. Dejábamos aparte, adrede, a la célebre Amanita muscaria, hongo que preside todos cuentos de hadas y gnomos, de un rojo intenso con pintas blancas, y cuyos efectos psicodélicos resultaban imprescindibles en toda suerte de aquelarre no sólo en EuskalHerría, donde está demostrado que oficiaba de eficaz combustible para que las brujas y brujos volaran, sino en lugares tan alejados corno la península de Kamtchatka, en el confin de Asia que casi roza Alaska.Nos apresuramos a advertir a los incautos contra toda clase de experimentos espontáneos con hongos tóxicos. De la muscaria contaba Busca Isusi, catedrático en la materia, que un conocido suyo que se emborrachó con ella se pasó una noche entera viendo salir de debajo de la cama japoneses con la bayoneta calada. Este hongo provoca insoportables gastralgias, diarreas sin fin y otros tantos trastornos. Funciona también como suero de la verdad. De ahí que, siempre según Busca Isusi, las únicas consecuencias fatales que se le conocen sean las de una viuda francesa que, embriagada con Amanita muscaria, tuvo la veleidad de contar cómo había envenenado a su marido, lo que la llevó a la guillotina.
A este cronista se le transmitió verbalmente la receta de un pastor catalán para chularse con tan seductor peyote ibérico. La transcribo con toda clase de reservas. El reig vermell -como lo llaman- se seca al sol hasta que adquiere una textura caliza; luego se ralla para reducirlo a polvo, y éste se esnifa. Que no se les ocurra.
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