¿Para quién se debe gobernar?
A próposito del artículo titulado La alternativa progresista / 1, firmado por Ramón Tamames y aparecido el 3 de abril de 1985 en este diario, quisiera hacer alguna consideración. La ingente capacidad como historiador o como economista del señor Tamames parece incuestionable; no obstante; creo, con el mayor respeto y admiración hacia su persona, que tal capacidad no es extrapolable a su condición de político de Estado. Cifrar sustancialmente ese pretendido, estereotipado y -desde mi perspectiva- no real desvanecimiento del cambio en la ausencia de una auténtica política de izquierda por parte del PSOE, parece ser, cuando menos, un pobre argumento que raya la gratuidad. En el fondo de la cuestión subyace un problema básico: ¿para quién se debe gobernar? Parece evidente que si hacer una política genuinamente de izquierda significa gobernar sólo para una parte de la sociedad española, podemos decir sin vacilación que el Gobierno socialista no lleva a cabo una política de esas características. Hemos de convenir, por tanto, en que se podrá imputar al Gobierno procedimientos y, a veces, resultados erróneos -negativos, quizás- en determinados temas; pero no es menos cierto que jamás se podrá afirmar que el PSOE gobierna para sí o para determinados sectores sociales. Y es que no puedo por menos de pensar que es muy probable que, en este momento, sobren ideólogos y falten hombres pragmáticos y realistas dentro de este nuestro querido país. ¿Demagogia? ¿Oportunismo? Todos estamos inmersos en un reto histórico; si cada individuo en su ámbito asume la parte de responsabilidad que le toca, habremos salvado el escollo. Sin embargo, a uno le queda el consuelo de pensar que, al final, cada cual ocupa el lugar que le corresponde. La historia tiene la última palabra. Ella juzgará.-
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