Un concierto de guitarra: luces y sombras
La guitarra flamenca tiene en Manolo Sanlúcar, hoy, uno de sus nombres primeros. El concierto que comentamos fue, puede decirse, representativo de su quehacer más frecuente en los últimos años: obra suya toda, parte interpretada en solitario y parte acompañado por un grupo en el que introduce flautas.Me gusta más -siempre lo he dicho- cuando toca él solo. Porque el flamenco es un arte de individualidades, y porque la guitarra flamenca sola es una maravilla de capacidad comunicativa, de profundidad expresiva, de riqueza. Se aproxima también, en solitario, mucho más a las esencias y a los acentos tan peculiares de le, flamenco.
Lo constatamos una vez más en este concierto, en el que Sanlúcar logró sus más intensos sonidos en obras del dramatismo y la emoción de Las cárceles o Elegía a Ramón Sijé, inspiradas, como otras del programa, en poemas de Miguel Hernández. En Soleares y Granaínas, sin embargo, no llegó a sobrepasar una cierta frialdad, un evidente distanciamiento.
Recital de guitarra de Manolo Sanlúcar
Acompañado por Isidro Sanlúcar y Vicente Amigó (guitarras) y José Oliver y Jaime Muela (flautas). Pro Asociación Española de Lucha contra la Poliomielitis, con presidencia de honor de la reina Sofía.Teatro Alcalá Palace. Madrid, 10 de, abril.
Instrumentos ajenos
Con el grupo, el toque de Manolo Sanlúcar pierde en emoción lo que gana en brillantez. La introducción de instrumentos musicales habitualmente ajenos al flamenco -aunque en la actualidad esto no es ya tan estricto como en otras épocas-, como la flauta, a veces enriquece el sonido, obteniéndose partes bellísimas como en Alfarero o espectaculares como en Oripandó, en la que Sanlúcar introduce con eficacia la técnica frecuente en el jazz de dar entrada a los diversos concertistas en sucesivos solos; a veces, en cambio, esos instrumentos estorban, como me parece que ocurre en las alegrías.
En general la interpretación colectiva, aplicada predominantemente a ritmos rápidos y efectiva de cara al público, adolece de una actitud un tanto mecanizada, rutinaria de los músicos, servidumbre casi ineludible en estos casos de lo muy ensayado, lo muy hecho, lo muy sabido.
Babelia
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