Europa
El más moderno diario norteamericano, USA today, 5 millones de ejemplares, cuatricomía y compuesto vía satélite, dedicó cinco líneas a la integración de España y Portugal en el Mercado Común. No es un ejemplo. La gran mayoría de los medios de comunicación estadounidenses no dijeron nada.Europa es una sombra con cierto olor a camembert y el estilo de los impermeables italianos. Por lo demás en estos meses y gracias al dólar, todo ese continente se viene representando en las revistas y suplementos de viaje como el desguace de una tienda en saldo. Para aquellos norteamericanos que sintieron alguna vez un asomo de curiosidad europea el continente es ahora una ganga. Para quienes nunca sintieron curiosidad Europa es, inveteradamente, ganga.
Durante los siete meses que vivo en Estados Unidos he tratado de sobrellevar esta persistente sensación de ultraje. Los norteamericanos, me voy diciendo a modo de auxilio, son al fin como el jefe de la oficina mundial y bien sabido es que en cualquier relación el subordinado necesita saber y termina sabiendo más de las particularidades del jefe que el jefe del subordinado. Mirando las cosas desde este punto, hasta la ignominia puede parecer irremediable. ¿,Europa?: un bulto. En una ocasión un taxista de Boston preguntó en el trayecto si la capital de España era Uruguay y en esa misma semana un alumno de Harvard se rriostró fascinado al saber que bourbon, además de una bebida, era el apelativo de una dinastía real. Estoy seguro ahora que ni de una u otra parte del Atlántico se puede alardear de conocimientos recíprocos, pero si la ignorancia se forzara a alardear el vigor estadounidense es imbatible. Más aún, acaba siendo de una contumacia que, sin quererlo, posee todas las formas de un ultraje. Sólo una circunstancia podría cambiar este juicio. Y esa circunstancia es la torpe y dolosa humillación de Europa. Visto desde el lado occidental del océano, Estados Unidos es un garañón. Un granjero recién afeitado con un tractor de 300 caballos en las ijadas. Contemplado también desde aquí, Europa, su imaginación, su tragedia, su cultura, no tendrían por qué tener tan levantadas las faldas.
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