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Reportaje:

El polémico resurgir de las Brigadas Rojas

Juan Arias

El economista del sindicato democristiano CISL Ezio Tarantelli cayó asesinado en Roma por las Brigadas Rojas en la mañana del 27 de marzo último, con 10 impactos de ametralladora Skorpion en la nuca. Hasta ese día, el 98% de los italianos no había oído nunca hablar del joven catedrático de Economía. Pero en el documento dejado por los terroristas en el parabrisas del coche de Tarantelli se decían, con pelos y señales, cosas que ni sus más íntimos amigos conocían.

Las Brigadas Rojas demostraron tener abundante información sobre el asesinado Tarantelli. A esa primera nota le sucedió un nuevo comunicado de las Brigadas Rojas, dejado en un bidón de la basura, en la calle Simoteto, de Roma, donde se explicaba quién era la víctima acribillada mientras entraba en su coche al final de una clase de la universidad. Se dice incluso que Tarantelli "había sido el ideólogo de las etapas que han realizado la política económica de los últimos tiempos". Es una verdad que incluso muchos políticos de profesión desconocían. La policía y la Magistratura han definido como "auténtico" el comunicado de las Brigadas Rojas.Y la pregunta que se hacen todos en Italia es si entonces es verdad, como sigue afirmando el sociólogo de Padua, experto en guerrilla, Sabino Acquaviva (véase EL PAIS de 30 de marzo de 1985), que las Brigadas Rojas y su proyecto político han fracasado definitivamente o si más bien estamos frente a una etapa nueva del terrorismo de la extrema izquierda.

En primer lugar, hay como una tendencia a remover los tristes y brutales años de plomo, con su rosario de muertos y heridos, y duele aún más que en el momento en que el país empezaba a respirar, se preveía el final del estado de emergencia y se preparaban leyes nuevas a favor de los disociados y se pedían indultos y amnistías para "que tantos jóvenes culpables, pero arrepentidos, no deban pudrirse toda la vida en la cárcel", las Brigadas Rojas hayan vuelto a levantar la cabeza.

Por eso, todo el esfuerzo en los días pasados, enterrado Tarantelli, con la presencia del jefe del Estado, Sandro Pertini, y recordando por los trabajadores con una huelga general de dos horas en todo el país, se está diversificando en dos direcciones. La primera insiste en que las fuerzas verdaderamente democráticas no deben permitir que el nuevo atentado pueda servir para recrudecer las medidas de emergencia impidiendo la vuelta legislativa al Estado de derecho vigente antes del terrorismo.

En este sentido, se han levantado voces muy autorizadas, empezando por el ministro de Gracia y Justicia, el democristiano Nino Martinazzoli, quien ha afirmado que el nuevo atentado no debe hacer olvidar el problema de los disociados por ejemplo, que plantea un problema, no sólo jurídico, sino también "ético político", es decir, afirma el ministro, "el de tantos jóvenes que en las cárceles han madurado una severa autocrítica".

Lo mismo ha afirmado uno de los juristas y magistrados más ilustres de este país, Galante Garrone, quien ha puesto en guardia desde las columnas del semanario L'Expresso a cuantos, bajo la emotividad del nuevo atentado terrorista, podrían caer en la tentación de frenar el proceso democrático en curso en este país sobre "reformas urgentes de las cárceles", acería de "inútiles y crueles rigores y aplazamientos de la detención preventiva".

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Más difícil les resulta a todos en este momento analizar la sorpresa del nuevo atentado para saber si detrás de él están las nuevas Brigadas Rojas, que se han reorganizado, o bien se trata de otra cosa.

La opinión predominante es que las "viejas o clásicas Brigadas Rojas" ya no existen y que han fracasado política y estratégicamente. Lo afirman desde el sociólogo Acquaviva al sindicalista Luciano Lama, o al ex terrorista Giovanni Casucci, obrero de Alfa Romeo, condenado a seis años de cárcel.

Lo afirman también los dos mayores escritores de este país, Leonardo Sciascia y Alberto Moravia. El escritor siciliano, el mayor especialista de la Mafia, que los ha llamado "monaguillos de mente débil", que usan un método, dice, "que nunca ha funcionado, pero del cual sus mentes débiles están aún fascinadas".

Terrorismo de servicio

Y Sciascia ha sorprendido a la opinión pública italiana calificando esta nueva ola de violencia como "un terrorismo de servicio", y explica: "Sí, aludo a los servicios secretos. Algunos de estos servicios han tenido seguramente parte activa y otros se habrán quedado parados mirando con pasiva complicidad".

Por su parte, Moravia afirma que a veces "la recaída puede ser la puerta de la curación", y revela su optimismo diciendo: "Mirando a la historia me parece que las cosas, por lo menos en Europa, han mejorado: hace 45 años eran los jefes de Estado -Hitler, Stalin, Mussolini- quienes practicaban el terrorismo y engendraban millones de muertos. Hoy se trata de corpúsculos aliados, de individuos con un número siempre menor de simpatizantes a la espalda".

A su vez, policía, carabineros, Magistratura y hombres políticos se han interrogado estos días acerca del número de terroristas rojos que pueden quedar aún en libertad para poder analizar mejor la importancia del nuevo atentado y de lo que pueden significar los nuevos comunicados dejados otra vez.

De noticias oficiales se sabe que los que trabajar, hoy a pleno ritmo son un centenar en toda Italia. De ellos, unos 40 en Roma, cuyos nombres son casi todos desconocidos. A éstos hay que añadir unos 300 colaboradores. Además de Roma, intentan formarse nuevos núcleos de brigadistas en Toscana, Venecia y Turín.

Al parecer, lo que ha aumentado en los últimos tiempos es la llamada columna externa, es decir, el grupo de terroristas o simpatizantes que desde el exterior ayuda en formas varias a los grupos clandestinos italianos.

Y lo que más preocupa en este momento al Gobierno italiano es el grupo de personajes acusados o ya condenados por terrorismo que se han refugiado en la vecina Francia, algunos de los cuales gozan de la protección gubernativa de aquel país.

El juez Fernando Imposimato, uno de los magistrados más prestigiosos en el campo del terrorismo de este país, ha declarado estos días que "el Estado ha infligido un golpe muy fuerte a las organizaciones terroristas italianas, pero esto, paradójicamente, ha aumentado el potenciamiento de la columna externa".

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