Castilla yerma

Mis amigos, cuando llegan de Granada, Barcelona o Galicia a mi pueblo, Barrios de la Vega, quedan sorprendidos y exclaman: ¡pero esto no es Castilla!Y es que la gente: lleva más dentro la visión de Azorín que la de Unamuno sobre la gran meseta. "No puede ver el mar la solitaria Castilla. Está muy lejos el mar de estas campiñas llanas, rasas, yermas, polvorientas..." (Azorín). Es aquello del Cid: polvo, sudor, hierro, vida de hierro; gentes y campos calcinados.

Quizá el paso del ferrocarril no les ha deparado visiones como las que Unamuno descubría a pie. Valles detrás de una sierra con "frescura y verdor por todas partes", "que superan en verdor, frescor y en hermosura a los más celebrados del litoral cantábrico".

Este es; mi pueblo, en la fecunda ribera del Carrión, extraño oasis en la gran llanura.

Los sotos, la vegetación inmensa, los ríos y arroyos mil, los frutos ubérrimos es lo que hacen exclamar al visitante de luengas tierras que esto :no es Castilla.

Pero el progreso se impone, es ley de vida y viene con sus dragones y de momento traga vegetación, árboles o el rincón bucólico donde arrulla la paloma torcaz que cantara Virgilio.

Tendrá que ser así, y a pesar de la mejor voluntad del señor ministro de Agricultura, que protesta: "Se tienen en cuenta todos aquellos aspectos que puedan aportar un valor ecológico". Pero yo veo que el panorama que presentan los pueblos a los que llegaron las máquinas de la concentración se parece más a la visión yerma de Azorín que a la refrescante de Unamuno, al menos de momento.

Será el tributo que hay que pagar al progreso y para que unas gentes tan curtidas por el sol y el hielo encuentren mejor rendimiento a no tanto coste.

¡Qué bien sí ya se estuviera haciendo el esfuerzo de armonización!- Victorino Berzosa.