Portugal consigue su ingreso tras ocho años de esfuerzos
La conclusión de las negociaciones para la ampliación de la CEE significa para Portugal la culminación de ocho años de esfuerzos. Para el primer ministro, Mario Soares, que fue quien, en marzo de 1977, presentó oficialmente en Bruselas la candidatura portuguesa al ingreso en el Mercado Común, la decisión de los diez es una victoria personal, ya que el líder socialista empeñó toda su autoridad y prestigio en la obtención de este triunfo, del que espera sacar importantes dividendos en las elecciones presidenciales de diciembre de 1985.El largo proceso portugués pasó por diversas fases y estuvo dominado en algunos momentos por una disputa más o menos abierta con España. Hasta los últimos meses, los sucesivos Gobiernos de Lisboa no acabaron de convencerse de la imposibilidad de un ingreso separado de Portugal, y siguieron insistiendo sobre la necesidad del examen separado de los problemas de España y Portugal.
En la recta final, esta insistencia de Portugal en el ingreso "separado y por mérito propio" para no ser castigado por el eventual retraso de la adhesión española estuvo a punto de provocar un nuevo aplazamiento de la conclusión de las negociaciones de consecuencias imprevisibles, y el futuro próximo se encargará de decir si, el método adoptado fue el más acertado o si hubiera sido más, ventajoso que los dos candidatos ibéricos se pusieran previamente de acuerdo sobre cada uno de los problemas a discutir con los diez, como quería Madrid.Lema electoral
"Europa con nosotros" fue el lema de la campaña electoral de los socialistas portugueses para los comicios generales de abril de 1976, en los que obtuvieron sus mejores resultados de siempre, sellando el fin de las aventuras izquierdistas. La adhesión de Portugal a la CEE era entonces considerada como el justo corolario de la profesión de fe de los nuevos dirigentes de Lisboa en las virtudes de la democracia parlamentaria de cuño occidental. Cuando se desplazó a Bruselas, en marzo de 1977, para formalizar la petición de adhesión, Mario Soares, primer ministro del primer Gobierno constitucional portugués, estaba convencido de que los nueve recibirían con los brazos abiertos al Portugal democrático que acababa de derrotar el asalto comunista al poder.
Fue necesario esperar hasta el 6 de junio de 1978 para qué el Consejo de Ministros de los nueve se pronunciara a favor de la demanda de adhesión portuguesa y hasta octubre del mismo año para la apertura formal de las negociaciones. Hasta abril de 1980 el proceso no registra prácticamente ningún progreso. Entre abril y junio de 1980, el nuevo primer ministro luso, Francisco Sa Carneiro, visita todas las capitales de la CEE. La ofensiva diplomática portuguesa tropieza con la oposición de París: Giscard d'Estaing preconiza una pausa en el proceso de ampliación.
A título de compensación, la reunión ministerial siguiente, de diciembre de 1980, aprueba la firma de un acuerdo de ayuda de preadhesión que concede a Portugal 275 millones de ECU. El acuerdo de preadhesión entra en vigor en enero de 1981, coincidiendo con la plena adhesión de Grecia.
En junio de 1982 se concluye que es imposible terminar las negociaciones en enero de 1983, y empieza a prevalecer, en Bruselas, la idea de que España y Portugal deben entrar juntos o no entrar, aunque los dos procesos sean negociados separadamente y cada uno a su ritmo. Entretanto, la crisis económica portuguesa es cada vez más grave y surgen discrepancias entre los partidos sobre la conveniencia del ingreso.
El empeño personal de Mario Soares lleva a muchos economistas y empresarios a denunciar la opción del Gobierno de Lisboa por "el ingreso a cualquier precio". Sordo a estas críticas, Mario Soares multiplica los esfuerzos para arrancar de los diez un constat d'accord: el líder socialista considera la firma de este documento, sin valor jurídico, en noviembre de 1983, como un triunfo personal y una garantía de la "irreversibilidad" del proceso de integración de Portugal en la CEE.
Todas las negociaciones bilaterales, congeladas hasta el acuerdo de adhesión, tendrán que ser retomadas ahora, después del susto de los últimos días, en Bruselas: por un momento se llegó a temer que el "contencioso hispano-portugués" sobre la pesca haría fracasar la última oportunidad de concluir las negociaciones a tiempo para que el ingreso puedalograrse en la fecha prevista de enero de 1986.
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