Galicia, olvidada

Con fecha del 8 de marzo, y para celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, su periódico publicó varios artículos sobre la problemática actuail de la mujer española, por los que le felicito, ilustrados con fotografías, entre las que se encontraba la de una anciana campesina gallega junto a otra de una apuesta joven miembro de la policía autonómica vasca. Con tal motivo, quisiera hacer una brevísima reflexión, que considero imprescindible como mujer gallega comproinetida coin, mi pueblo y el grupo social al que pertenezco.Es cierto que en Galicia el sector que más alto nivelde empleo femenino registra es el agrícola, realidad que no se puede ignorar para hacer un estudio de la sociedad gallega, en general, o de la mujer de esta comunidad, en concreto; sin embargo, la parcialidad de ofrecer este dato únicamente, olvidando la masiva incorporación de las gallegas a la Universidad en los últimos tiempos o sil fuerte implantación en el sector de servicios, por ejemplo, verdaderamente supondría, en tal caso, la demostración de un claro desconocimiento y desprecio hacia la imagen de un pueblo que tanto ha dado siempre a cambio de tan poco.

La campesina de la fotografía al principio mencionada encabeza un artículo sobre el trabajo femenino, pero esta abuela, absorta en la tierra, imagen tierna y casi bucólica de la vida natural, ha sido, sin saberlo, presentada como parte de una realidad doble: la del progreso, juventud y dinamismo, encarnado por la joven policía vasca -aunque tampoco falte aquí la nota un tanto represiva y de identificación con la situación que actualmente vive el País Vasco-, y la involucionista de un campo sin tractores -la abuela lleva una simple hoz en la mano- y con ancianas de pañuelo que parten el corazón, porque de inmediato el lector piensa que a sus años deberían estar contando cuentos a sus nietos y no realizar labores tan duras. Es denigrante que algunos medios de comunicación utilicen a Galicia para ofrecer la nota morbosa, exótica o tercermundista introduciendo en demasiadas ocasiones noticias de padres medio salvajes que atan a sus hijos subnormales, mujeres alcohólicas o pueblos perdidos por las montañas habitados por viejos desdentados que se asustan de las cámaras.

Por supuesto, es innecesario, señor director, aclarar que yo, como muchas otras gallegas, no me siento representada por imágenes tan parciales y decadentes como las que se ofrecen a veces de la sociedad gallega al resto del mundo.

El día en que los que citan a Galicia en sus artículos o ilustran con sus imágenes las páginas de periódicos y revistas; el día en que los locutores que la cuentan, la cantan o recitan; el día en que cualquiera que se refiera a nuestro pueblo con un mínimo de interés, cariño y conocimiento diga las cosas como hay que decirlas, de dentro afuera y de fuera adentro, creo que muchos se sorprenderán del olvido centenano en el que se ha sumido Galicia y, por supuesto, descubrirán que hasta ahora se han utilizado para definirla patrones y esquemas que nunca han sido ciertos.-