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El Barça afronta con confianza su cuarta final europea

Luis Gómez

La cuarta final europea del Barcelona, tercera de la nueva época, en nada recuerda el ambiente de las anteriores. Los jugadores asisten a unos prolegómenos quizá excesivamente relajados. Manuel Flores no duda en confesar una íntima convicción de victoria, ya que sobre el equipo no pesa en esta ocasión ninguna necesidad de reparar urgencias. La proximidad de un alirón futbolístico hace todo más fácil. Unos 8.000 españoles asistirán a la final Barcelona-Zalghiris. El alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, presidirá el séquito de autoridades invitadas al encuentro

GrenobleDesde Barcelona salieron, según datos oficiales, 43 autocares para transportar a cerca de 3.500 aficionados azulgranas. Otros 500 lo harán en coches particulares. La expedición para esta final ha contado con numerosas facilidades y es que en esta ocasión no hay competencia posible. Los cálculos del club suponen que asistirá un total de 8.000 aficionados españoles, de los cuales más de 3.500 corresponderán a residentes en zonas próximas a Grenoble. El interés local por el encuentro apenas existe y prueba de ello es la ausencia de noticias sobre este particular en la prensa francesa. Ni siquiera la presencia de algunas máximas figuras del baloncesto europeo, como Epi o Sabonis, ha levantado la veda de las entrevistas.Estos datos ambientales contribuyen aún más a crear, dentro de la expedición barcelonista, un clima más que relajado. El Barcelona se alejó a un hotel de las afueras de Grenoble y se encuentra en la actualidad psicológicamente más aislado, si cabe, por una fuerte nevada. Escasos de noticias calientes sobre el equipo soviético, los jugadores no hacen otra cosa que esperar la llegada del partido, que se disputará a las 20.30 horas de hoy. Josep Lluís Núñez, el presidente del Barcelona, debía llegar en la tarde de ayer, y Antoni Serra, ahora en funciones de secretario técnico, lo hará sólo unas horas antes del encuentro. La presencia de aficionados era imperceptible ayer. Las autoridades invitadas, el alcalde Maragall, el director general de Deportes de la Generalitat, Josep Lluís Vilaseca, y Pere Sust, presidente de la Federación Española de Baloncesto, también tienen pensado acudir a presenciar el partido.

El ambiente, pues, frío; ninguna medida especial para resguardar a los jugadores de algún acoso. Todo tranquilo, sin tensiones. Falta sólo controlar al ZaIghiris. Las referencias históricas tampoco se acusan. El Barcelona llega a su cuarta final europea y lo hace sin un título en sus vitrinas. El tradicional temor hacia los equipos italianos, que fueron siempre verdugos del Barcelona en las tres finales anteriores, se ha convertido en una íntima confianza de que los soviéticos no ganarán en Grenoble. Manolo Flores, el técnico, llega incluso a apostar porque el Barcelona puede ser campeón de la Recopa aún en el caso de que no juegue un buen partido. Sus declaraciones son des- dramatizadoras, en clara contradicción con finales anteriores repletas de connotaciones alarmistas.

"No creo que la clave esté en Sabonis", sostiene el nuevo técnico azulgrana, antes de la primera final que disputa a pocos meses de ocupar el puesto. El norteamericano Davis se encargará del marcaje del pivot soviético cuando el Barcelona juegue en defensa individual. Flores cuenta con el promedio de 25 puntos que pueda cosechar Sabonis en cualquier partido. Le preocupan más, aparentemente, las actuaciones de Yovaisha, Khomitchus y Kurtinaytis, los otros tres internacionales con la URSS. Las mínimas noticias que se tienen de la forma en que el Zalghiris arrebató recientemente el título soviético al TSSKA (77- 75) parecen coincidir con esta impresión. En la final soviética, Sabonis no fue la clave.

Nacho Solozábal, el director del juego, está también relajado. Nadie le recuerda, en esta ocasión, a Flowers, el hombre que le amargó la segunda final europea en su carrera barcelonista. Solozábal no tiene ante sí una misión específica y jugará hoy a sabien das de que ha firmado un contra to hasta la próxima década con el Barcelona: "Los soviéticos tie nen un juego frío, muy lento, pero machacón. Son capaces de jugar igual durante los 40 minutos, sin que aparentemente hagan nada brillante, pero con mucha eficacia, sin perder balones y acertando en sus tiros. Nuestra misión será jugar rápido, establecer un ritmo más veloz y presionarles en todo momento para que no hagan su juego".

La responsabilidad del tiro

El Barcelona inicará el encuentro con marcaje individual, pero probablemente lo alterne a una zona 2-3 en cuanto averigüe quién de los tres jugadores citados anteriormente toma la primera decisión de ir responsabilizándole de la selección de tiro. Mientras el Barcelona entrenó situaciones defensivas en Grenoble, con circunstancias de presión sobre el contrario para obligar a tiros forzados, el Zalghiris, con doble entrenamiento el lunes, hizo hincapié en tiros de tres puntos. Yovaisha no entrenó, pero aseguró estar en disposición de jugar. Sabonis provocó algunos lanzamientos circenses desde más 6,25 metros: ni más ni menos que tirar a canasta lanzado el balón hacia el suelo; es decir, tiros de tres puntos tras el bote del balón. Los consiguió.El ambiente claramente favorable, casi 8.000 de los 9.000 espectadores estimados estarán fervorosamente al lado del Barcelona, y la presencia de dos colegiados poco dudosos, el checo Kotleba y el italiano Pinto, aumentan la sensación de tranquila espera.

El Barcelona parece contar con todo a su favor, sin apremios extradeportivos y con ambiente amigable en el seno de una plantilla, cuyos jugadores importantes saben que cuentan con un contrato para varios años. Sólo les queda una cosa: no llegar a contagiarse del frío juego del Zalghiris, un equipo soviético que sólo ve como único dato a su favor el nevado clima de Grenoble.

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