Segunda vuelta, hoy, de las elecciones cantonales francesas

ParísSaber cuántos cantones pierde la izquierda y comprobar sí hay lazos evidentes entre la derecha y la extrema derecha son los dos grandes interrogantes de la segunda vuelta de las elecciones cantonales francesas, que tienen lugar hoy domingo.

En total se decide la suerte de 1.231 cantones, en los que ningún candidato alcanzó la mayoría absoluta el pasado domingo, día 10. La mayoría en el poder (socialistas y radicales de izquierda) medirá la amplitud de su derrota por algunos lugares claves, como Marsella, en donde corre el riesgo de perder el control del Consejo General. Sí la derecha consigue arrancar al Partido Socialista entre 10 y 12 consejos, la mayoría tendrá que dar por perdidas sus débiles esperanzas de recuperar una parte del electorado que le dio la victoria en 1981 y deberá prepararse para una derrota aplastante en las legislativas del año próximo.

Desde el punto de vista del Partido Socialista, será también importante comprobar el comportamiento de los votantes comunistas, es decir, si sigue funcionando la disciplina republicana o si los militantes del PCF, pese al llamamiento de su dirección, prefieren quedarse en casa en lugar de acudir masivamente a las urnas para apoyar a los candidatos gubernamentales.

Para la oposición, que espera una gran victoria, el principal problema es su relación con el partido de extrema derecha, Frente Nacional. Los dirigentes nacionales de los partidos clásicos, la Asamblea para la República (RPR) y la Unión por la Democracia Francesa (UDF) han rehusado llegar a acuerdos con Jean Marie le Pen, pero en la práctica puede darse que algunos candidatos del FN resulten elegidos con voto del RPR y viceversa.

Una unión evidente con Le Pen perjudicaría a la derecha y permitiría que los socialistas la acusen de prepararse para las elecciones del año próximo con extremistas que defienden una política neofascista y la expulsión de los inmigrantes. El Gobierno, convencido de su derrota, se prepara para lanzar una nueva campaña que haga olvidar sus malos resultados. Su principal carta es la introducción de una cierta dosis de proporcionalidad, que provoca la indignación de la derecha pero que se convertirá en la única salida posible para los socialistas.