Tierno se felicita por la desaparición de "un estorbo"
Las obras de desmantelamiento del paso elevado o scalextric de la glorieta de Atocha comenzaron ayer, bajo la atenta mirada de cientos de curiosos. En un improvisado discurso, el alcalde de Madrid, Enrique Tierno, insistió en su idea básica de que la ciudad es como el hogar público de los ciudadanos, lo que conlleva la preocupación de mantenerla limpia y agradable: "Esto es lo que el Ayuntamiento se propone hacer con Atocha", dijo el alcalde. "Eliminar un estorbo que durante años ha entorpecido la visión de una de las plazas más bellas de la ciudad".
La glorieta de Carlos V, conocida popularmente como glorieta de Atocha, presentaba ayer un aspecto de trinchera bélica. Las zanjas abiertas por doquier la acordonaban prácticamente en todo su perímetro, excepto en la parte de Claudio Moyano, y se internaban en los últimos tramos de las calles que desembocan en ella. La circulación que atravesaba la plaza en todas direcciones era fluida, tal vez menor que un día normal, aunque las retenciones habituales se habían trasladado a las calles de Embajadores y Ferrocarril, desvío obligado para los vehículos que accedían a Atocha por la Ronda del mismo nombre, cortada al tráfico con motivo de la primera fase de las obras.Los trabajos directos para el desmantelamiento del scalextric comenzarán realmente el próximo día 20, durante la madrugada, cuando a base de potentes gatos hidraúlicos se separe la primera de las secciones del mismo. Ayer por la mañana se trabajaba en obras complementarias como el desvío de colectores que pasan bajo las aceras de la glorieta, preparación e instalación de farolas portátiles para facilitar luz en las horas nocturnas y otras obras menores.
Varios obreros, subidos en escaleras, manipulaban en la panza de las calzadas aéreas, con los vehículos circulando por arriba. Aproximadamente a la una de la tarde, el alcalde, Enrique Tierno, dio comienzo sinbólicamente a las operaciones de desmantelamiento. El alcalde empuñó un martillo neumático y retiró el primer trozo de hormigón, de unos 35 centímetros cúbicos, arrancado del primer tramo del paso elevado.
Subido en un pequeño estrado, Tierno arengó a los numerosos vecinos que se congregaron atraídos por su presencia para que se preocupen de la conservación y embellecimiento de la ciudad: "Todos tenemos nuestra casa, que es el hogar privado", dijo Tierno, "y la ciudad, que es el hogar público. Durante años, el scalextric ha sido un estorbo que ha estropeado la visión de una de las plazas más bellas de Madrid. Ha provocado una contaminación peligrosa, porque los gases tóxicos caían de un nivel superior al suelo, e invadía la intimidad de las casas que quedaban a su mismo nivel". Tierno añadió que "el scalextric hay que desmontarlo, pues, por razones urbanísticas, estéticas e higiénicas. Esta plaza tendrá árboles y jardines alrededor de su fuente, y los vecinos disfrutarán cuando se asomen al balcón y vean acacias".
Las obras de remodelación de la glorieta, en cuyo marco se inscribe el desmantelamiento del paso elevado, durarán hasta 1987, según informó el concejal de Urbanismo, Jesús Espelosín, y costarán alrededor de 1.000 millones de pesetas. Para paliar los problemas de tráfico que se originen se han destinado a la zona 60 agentes municipales.
No parece, a tenor de los comentarios recogidos, que los curiosos que observaban largo rato los esfuerzos de los obreros tengan una opinión unánime sobre la desaparición del scalextric. Los vecinos, sin embargo, muestran el color grisáceo y sucio por la contaminación de la glorieta para defender la necesidad de que el monstruo de hormigón desaparezca.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.