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El ingreso en la CEE y la OTAN

Hace casi ocho años, cuando por primera vez la España democrática solicitó oficialmente la entrada en la Comunidad Económica Europea, estaba claro que a pesar de los gastos económicos el ingreso español servía a los intereses políticos a largo plazo de Europa occidental. Las negociaciones, sin embargo, se paralizaron rápidamente. La mayor parte de las discusiones se produjeron porque los 10 miembros de la Comunidad trataban de protegerse del riesgo de la competencia de los agricultores españoles. Cuando los ministros de Asuntos Exteriores comunitarios llegaron una vez más a un punto muerto la semana pasada en Bruselas, en esta ocasión sobre los derechos de los pescadores españoles, el Gobierno de Felipe González advirtió de los verdaderos intereses en juego. Más claramente que nunca, el vicepresidente Alfonso Guerra manifestó públicamente que la entrada en el Mercado Común estaba ligada a la permanencia de España en la Alianza Atlántica. Guerra declaró: "El pueblo español sentiría difícilmente compatible no poder contribuir a la Europa comunitaria y sí participar en la defensa de Europa".No era una amenaza en vano. El Gobierno socialista ha anunciado que convocará un referéndum nacional a principios del próximo año sobre la permanencia en la OTAN. Aunque González dijo que cree que España debe seguir siendo miembro, es también perfectamente consciente de que una mayoría de los españoles está actualmente a favor de abandonar la Alianza. El callejón sin salida en que se encuentra el ingreso de España plantea otra y más directa amenaza para los vacilantes socios europeos. El ministro de Asuntos Exteriores de la República Federal de Alemania, Hans Dietrich Gensher, se niega a aprobar los recursos financieros que la apremiada Comunidad necesita urgentemente hasta que sean admitidos España y Portugal.

Bajo una creciente presión financiera y política, los 10 ministros de Exteriores se reunirán de nuevo esta semana y otra vez el mes que viene para preparar un encuentro europeo a alto nivel el 29 de marzo. Gensher dijo: "La reputación del Consejo de Ministros y de los Gobiernos está en peligro. Si no concluimos ahora el proceso de ampliación, ésta no se producirá en mucho tiempo". Y, quizá, tampoco se conseguirá dinero. La CEE por eso tiene como fecha tope para la entrada de España el 1 de enero de 1986.

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