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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La España de Solana y Valle

UNA GRAN exposición antológica del pintor Solana se muestra en el centro cultural Conde Duque de Madrid, continúan las representaciones de Luces de bohemia, de Valle-Inclán, por el Centro Dramático, y los dos acontecimientos artísticos nos dan la medida de la enorme distancia social que hay entre la España actual con respecto a la que mostraron los dos grandes creadores hace, en realidad, muy pocos años. Lo que queda hoy de la España negra que pintó Solana -y describió en sus libros- es prácticamente insignificante, y apenas anida en algunos espíritus regresivos que están en vergonzosa retirada: no constituyen verdadero tejido social.No es, tan fácil decir lo mismo del esperpento. Hay muestras abundantes de su supervivencia, incluso de su cultivo. Pero tiene otro signo. Cómico y no trágico. Las estampas de la miseria bohemia, de un Madrid roto, famélico, duro y asesino como compendio de una España retrasada y destrozada -o vestida de destrozona, como las máscaras de Solana- no tienen hoy ningún lugar. Incluso en las grandes zonas deprimidas del país, o en los sububios urbanos, la vida es otra.

Podemos hoy ver a Solana y escuchar a Valle con un distanciamiento. Retrataron su época de una manera magistral, y quizá sus retratos duros y violentos contribuyeron a ahuyentarla. Vemos en ellos algo permanente que hay que vigilar, que hay que exorcizar para evitar que pase del pintoresquismo al protagonismo. Áspero, difícil, duro quizá: pero incomparablemente mejor para todos. Una lección para los tremendistas de la actualidad, para quienes se sitúan deliberadamente fuera de la realidad y quieren hacernos aflorar un pasado que sólo a su parecer -o a su clase o a su grupo- fue mejor. La España de Solana y Valle se ha alejado velozmente, mucho más velozmente que el paso cronológico del tiempo en que ha transcurrido: no a volver.

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