Cavilaciones para recuperar lo robado
Cientos de madrileños buscan en la comisaría de Ventas las joyas que ha aprehendido la policía
La exposición de joyas robadas apareció en el Telediario del pasado lunes y ese reclamo fue suficiente para que cientos de personas hayan discurrido desde entonces ante las grandes mesas protegidas con cristal en las que se muestran al público, numeradas y clasificadas por lotes de procedencia (léase la casa de compraventa de donde fueron recuperadas).El subjefe del Grupo de Arte y Compraventa señala, como un dato muy importante que la policía ha contado con la ayuda de la Asociación de Comerciantes de Metales (Ascome) para su búsqueda de objetos robados.
Las personas que acuden a mirar y remirar las piezas expuestas se desesperan por el parecido entre todas ellas: medallas de oro con la efigie grabada de la Virgen o de san Antonio, iniciales-colgantes, relojes sin marca comercial. Al cabo de un año o dos desde el robo, se producen vacilaciones entre los buscadores, que se inclinan sobre la vitrina, los ojos pegaditos al cristal. Cuando hay un mínimo atisbo de reconocimiento, consultan a los policías que atienden al público.
Pilar, una señora a la que robaron de su domicilio joyas y electrodomésticos por valor de dos millones de pesetas, ha creído reconocer una de las alianzas gemelas de ella o su marido. Pide al policia: "Mire si lleva grabada por detrás las iniciales P. A. o J. I.". El policía abre la vitrina y observa la parte interior del anillo. No ha habido suerte. El escepticismo de los robados se reafirma.
Sin embargo, media hora y un par de vueltas de observación minuciosa más tarde, la misma señora encuentra un pellizco de lo que buscaba: una esclava grabada con el nombre de Pilar. Ahora sí. Un policía toma nota del hallazgo, que es a la vez una pista. Ahora que se ha identificado un objeto, sus propietarios recibirán una citación para que acudan a las dependencias de la Puerta del Sol, donde se encuentran depositadas muchas otras joyas y objetos valiosos que por no tener ningún signo que permita su identificación a simple vista, no han sido expuestas al público. Es posible que allí encuentren el resto de lo que les fue robado.
Colección de relojes
Gonzalo C. B., en cambio, acudió a la exposición a tiro hecho. Coleccionista empedernido, hace tres años le robaron 62 relojes de su colección, muchos de ellos de oro o plata, y todos valiosos, afectivamente. El lunes, cuando veía el reportaje de TVE sobre la exposición, la cámara enfocó un grupo de relojes. Eran los suyos, sin duda alguna. Cuando Gonzalo C. B. los reconoció ya de forma oficial en la exposición, varios de los buscadores de oro se arremolinaron en torno a él dándole la enhorabuena.Gonzalo y su mujer sonríen de oreja a oreja. Después de tres años, esto es como encontrar un tesoro por casualidad. El primero que los felicita es el policía, alegre por la parte que le toca, "porque es una satisfacción ver que haces un trabajo que ha servido para algo".
Una pareja que felicita al coleccionista lo hace desde su propia decepción. Emilia Robledo, domiciliada en la calle de Alfonso XIII, no ha visto ninguna de las joyas que le robaron el año pasado -1.060 gramos de oro en total, tres millones de pesetas-, algunas muy valiosas, otras menos, pero más queridas: "Me robaron unos pendientes de coral que ya pertenecieron a la madre de mi abuela, y un Cristo de filigrana de plata, regalo de boda. Qué pena hijo, qué dolor de corazón".
El desfile de personas que han padecido robos continua ininterrumpidamente toda la tarde, entre esperanzas y cavilaciones. La exposición se mantendrá, abierta durante dos semanas.
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