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Policías contra policías

El sindicalismo policial atraviesa su peor crisis tras la escandalosa detención de su líder, Manuel Novás, por sus compañeros del SPP

La detención de Manuel Novás ha creado un fuerte malestar en el colectivo policial, que ve con este suceso, sin entrar en las imputaciones contra su líder, que corresponde a la justicia, un moiltaje para frenar las aspiraciones de cambio reclamadas por la policía, de las que el propio presidente del Sindicato Profesional de Policía (SPP) era el principal abanderado. Novás fue detenido y esposado por sus compañeros, hasta esa fecha hombres de su confianza, que momentos antes habían avisado a TVE y a la agencia Efe para que registraran en imágenes el momento. Tres días antes Novás había pedido en el programa La clave la desmilitarización de la policía.Manuel Novás, de 32 años, nacido en Marín (Pontevedra) e inspector de policía desde 1,975, es un hombre de carácter temperamental, algo extrovertido y con aspiraciones de liderazgo. En su corta carrera en el Cuerpo Superior de Policía no destacó como un policía experimentado o especializado en áreas determinadas de investigación, pero desde muy pronto tomó carrera en él sindicalismo policial, enmascarado en sus comienzos en un asociacionismo de corte confuso donde convivían policías de todas las ideologías, desde viejos torturadores de la época frairiquista a jóvenes con mentalidad progresista que con cierto retraso político seguían desde sus inspecciones de guardia los avances de la recién nacida democracia.

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Más que como un movimiento sindical, los comienzos del SPP, llamado pri mero Asociación Profesional del Cuerpo Superior de Policía (APCSP) y años después Sindicato Profesional del Cuerpo Superior de Policía (SPCSP), fueron los de un colectivo proyectado para defender los intereses corporativistas, donde destacaban los gritos desesperados de algunos de sus militantes frente al acoso terrorista o la defensa, en forma de piña, de algunos policías sobre los cuales se habían expresado, desde los medios de comunicación o desde sectores políticos democráticos, denuncias de excesos en sus funciones.

La transición política fue la que provocó, aunque en desequilibrio, todo un proceso que logró que este inicial movimiento corporativista degenerara en lo más parecido a un movimiento sindical. Y que su doctrina ideológica, en su comienzos agarrada al pensamiento más reaccionario, variara al paso de los años hacia unas posiciones nunca de izquierdas pero sí acordes con los sectores más democráticos de la derecha española, al menos en algunos de sus principales dirigentes.

En este proceso se situa Manuel Novás, un joven inspector de segunda que alcanzó primero la presidencia del sindicato en el área de la Jefatura Superior de Madrid y que tras conseguir hacer frente a un mayoritario sector predominantemente reaccionario obtiene el liderazgo total, lo que ocurre en Fuengirola en febrero de 1983 con motivo de la celebración del sexto congreso del sindicato. Hasta esa fecha Manuel Novás era un funcionario más de la comisaría del madrileño aeropuerto de Barajas, especializada principalmente en el control del tránsito de pasajeros.

Paralelamente a este proceso, otra organización, la Unión Sindical de Policía (USP), comenzaba a destacar como lo más organizado y más conjuntado ideológicamente dentro del movimiento sindical de la policía. Su corto número de afiliados y su pensamiento filosocialista la situaban, dentro de un sector conservador como la policía, como una pequeña opción marginal con más peso fuera del colectivo que dentro. Al frente de ella otro inspector: Modesto García.

Ganadas las elecciones por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el SPP de Novás se va aproximando a las tesis de la USP de Modesto García y ambos líderes planifican una estrategia con junta en el campo sindical, que une a los dos sindicatos en una misma propuesta de reivindicación: democratización de la policía, a través de una ley de unificación que suprima cualquier control militar del colectivo.

Caos policial

Los sindicatos de policía acosan al Ministerio del Interior de José Barrionuevo, cuyo fervor inicial por el cambio en la policía va aminorando a medida que se consumen los primeros meses de gestión, dadas las fuertes presiones de los jefes y oficiales del Ejército destinados en la Policía Nacional, que se oponen a ser los sacrificados de esta operación de crear una sola policía. Barrionuevo, cansado del acoso sindical, con huelgas y concentraciones multitudinarías, decide, cuando aún no ha cumplido el año de gestión, no dialogar con los sindicatos.

La postura del ministerio, que insiste todavía en su negativa a sentarse en una mesa con los sindicatos policiales, provoca aún más el revuelo y la crispación dentro del colectivo policial, donde predominan las depuraciones, los enfrentamientos, las descalificaciones personales y las luchas por el poder, tanto político como profesional. En medio de todo ello, un director general de la policía, Rafael del Río, que sólo se ve apoyado por las personas que él mismo ha nombrado, y a quien Barrionuevo, en una ocasión, estuvo a punto de destituir para relevarlo por un civil, lo que quedó congelado por sorpresa tras un encuentro de éste con el presidente del Gobierno, Felipe González.

En medio de este deterioro y con un colectivo por un lado celoso por el vuelco del Ministerio del Interior hacia la disciplinada Guardia Civil y, por otro, desmoralizado por el nulo caso a sus reivindicaciones, en menos de un mes la USP, reunida en congreso, decide paralizar sus actividades e iniciar un proceso de disolución, y el SPP se ve envuelto en el escándalo en torno a su presidente. Sólo otra organización, la Plataforma Unitaria de Policía (PUP), minoritaria escisión de la USP que apoyó Carlos Sanjuán en su época como subsecretario, se salva de esta quema.

En la policía, en casi todos sus sectores, se habla de montaje cuando se analiza o discute el procedimiento llevado a cabo para detener a Novás (grilletes y cámaras de televisión), si bien nadie, de momento, ha entrado a valorar la acusación, lo que consideran un aspecto a resolver por la justicia. La crisis del SPP, cuya junta nacional determinó suspender de sus funciones el viernes último a Novás, entra en un proceso que se deberá resolver en los próximos tres meses, plazo previsto para la celebración de un congreso extraordinario, que es el que elegirá una nueva dirección.

El caso, al Parlamento

Tanto desde el Grupo Mixto, a través del diputado Juan María Bandrés, como desde la Minoría Catalana el caso Novás va a ser llevado al Parlamento. La Dirección General de la Policía ha ordenado abrir un expediente sobre cómo se produjo la detención, y no quiere entrar en lo referente a la denuncia porque el caso está en manos de la justicia, concretamente del juez José Luis Barragán, de 29 años, un magistrado que pese a su juventud le está tocando pronunciarse sobre los principales casos que últimamente han afectado a miembros de los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado.

El Partido Demócrata Popular (PDP), segunda fuerza en importancia de la coalición de la derecha parlamentaria, también ha analizado "el insólito suceso de la detención televisada del secretario general del SPP", lo que ha calificado de "tercermundista, con independencia del fondo de la cuestión".

La mayoría de los funcionarios policiales, sin embargo, tiene una misma coincidencia, tal como lo expresaba a este periódico un reconocido profesional, hoy perdido en un despacho próximo a la actual sede la Dirección General de Policía: "Todo este escándalo lo que ha hecho es dañar aún más la deteriorada imagen del Cuerpo Superior de Policía y herir de muerte al sindicalismo policial".

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