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La quinielista María Villa reparte 75 millones entre sus cinco hijos

ENVIADO ESPECIAL, El matrimonio compuesto por Alfonso Muñoz Pizarro y María Villa emigró de Logrosán (Cáceres) hace 29 años llevando como equipaje la última peseta. Ahora, después de dejar convenientemente custodiado en una sucursal madrileña del Banco de Bilbao un boleto quinielístico que vale 173 millones y que, de entrada, ya le ha supuesto el regalo de dos coches por esa entidad bancaria, ha regresado en un taxi con sus cinco hijos para huir del mundanal ruido y festejar en privado, con los pocos familiares que aquí le quedan, su suerte. María, una de las dos afortunadas quinielistas de Móstoles (Madrid), afirmó ayer en la cadena SER que su primera intención es dar 15 millones a cada uno de sus hijos "para situarlos".

El paro azotaba a Logrosán como a tantos otros pueblos extremeños a mediados de los años cincuenta. Alfonso, hijo de un porquero, se hallaba sin trabajo y adoptó una solución drástica al emigrar con su mujer con destino a Australia. Allí nacieron tres de sus hijos y allí también María debió someterse a una intervención quirúrgica en la cabeza. Hace nueve años volvieron a España y se avecindaron en Móstoles, donde él trabajaba de ayudante de camiones en la recogida de basuras y ella como empleada del hogar, por horas, en varias casas. Su hijo mayor, de 23 años, estaba empleado en una cristalería; el segundo, de 22, en una zapatería; el tercero, de 20, cumple el servicio militar; la única hija, de 14, estudia EGB, y el pequeño tiene ocho años. De los 173 millones, 75 van a repartirse entre éstos.

María aún conserva en Logrosán a su madre y a una hermana. Anoche durmió, con su marido y sus hijos, en la casa materna, aunque su cuñado, vaquero, lo negase. Ocurre que los nuevos millonarios están cansados de la persecución informativa y procuran eludir las declaraciones. El dueño de un bar del pueblo incluso ha dado a entender que se encuentran como flotando en el aire, un tanto obnubilados por su condición recién estrenada. Según informa Efe, las escrituras de su piso de Móstoles aún están sin firmar por su anterior falta de medios económicos y, en total, debían unas 200.000 pesetas. Ayer, sin embargo, compraron varios televisores en color y receptores de radio y los distribuyeron entre su familia de Logrosán. Lo paradójico es que María pensó, en principio, que sólo tenía 12 aciertos y que le tocarían unas 8.000 pesetas, "con las que podría pagar el recibo de la luz".

El corresponsal de la cadena SER en Cáceres sí que pudo entrevistar ayer a María y Alfonso. "Lo principal", aseguró ella, "es situar a mis cinco hijos y venirnos a vivir aquí, a Extremadura, que es lo más grande. Correremos también un poquito, disfrutaremos de la vida y sanseacabó". Añadió que a cada uno de sus hijos les he asignado quince millones. "Cuando se han pasado penas, también se han distribuido".

Alfonso se mostró más reacio a hablar, pero afirmó: "De momento, no se ha hablado seriamente de todo este asunto con los hijos. Lo de quedamos a vivir aquí ya se verá porque ellos son mayores y se decidirá entre todos".

Al preguntarle si pensaba comprarle a su vecino José González el aparato que sirvió para edificar su fortuna de 173 millones, Alfonso Muñoz contestó: "Hombre, depende; al no copiarla él, le puede dar coraje, aborrecerlo y tirarlo. Ya veremos".

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