Cajón de sastre
La confortable vaciedad de Pepe Navarro amalgamaba a través de una sonrisa estándar los materiales más dispersos. La tarde es lo que suelen llamar los profesionales del ente un magazine, un programa ómnibus, que, al estar situado en las horas de la sobremesa, no debe producir sobresaltos sino servir como tónico digestivo.El equipo actual del programa no posee una figura carismática al frente del reparto y parece dispuesto a prescindir del star system para potenciar el trabajo en equipo y el rigor informativo. Se trata de instruir deleitando, con una hábil mezcla de cultura y variedades, ocio y turismo, folclor y tecnología. Los telespectadores ya no juegan a los barquitos desde su casa como alumnos indisciplinados: un severo profesor ha cambiado el tablero marítimo por fotografías trucadas de célebres monumentos.
Mezcla de ingredientes
He aquí una variada selección de ingredientes que corresponden a una edición cualquiera de La tarde: cultura popular, con un labrador de Almería improvisando sus versos; ante el reportero, que no se da por vencido y compite con inspirados ripios: "Tiene usted un cutis muy terso y además siempre habla en verso". El círculo se cierra con otro ingenioso pareado de la presentadora. Historia: Nicolás Sánchez Albornoz habla sobre fray Bartolomé de las Casas y los derechos humanos; dos niñas de corta edad, situadas en primera fila, son avisadas discretamente por sus familiares para que sonrían a la cámara.
Ciencia y técnica: a través de breves conexiones se detalla la confección de prendas de vestir por ordenador y sus ventajas, entre las que destaca la supresión de puestos de trabajo poco creativos. Sanidad y consumo: la doctora Odorina Tello (sic) informa -sobre enfermedades venéreas, desaconseja la promiscuidad aunque niega que produzca cáncer, describe los síntomas del herpes genital y anima a los enfermos para que sean sinceros con los médicos y no descuiden la higiene. El programa finaliza con una canción escatológica de Francesc Pi de la Serra, en la que profetiza el apocalipsis, en catalán y con resignada ironía.
A esta ceremonia de la confusión faltaron Bárbara Rey y Ángel Cristo, anunciados en el programa, que hubieran compensado la excesiva severidad y el rigor didáctico del espacio con su peculiar sintaxis y su abigarrada presencia. La pareja se habría encontrado cómoda en esta escenografía clásica del género, que podría ser definida corno colocar un tresillo en la pista de un circo.
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