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Antonio Núñez García-Saúco

El embajador español en Guinea Ecuatorial cree en una 'monarquía social', mientras por las noches toca su piano en Malabo

Antonio Núñez García-Saúco, actual embajador de España en Malabo (Guinea Ecuatorial), un hombre del que destacan sus largas manos. "Toco el piano todos los días en la residencia de Malabo, un bungalow situado a pie de la orilla de la llamada bahía de Biafra y del que sólo puedo disfrutar a partir de la última hora de la. tarde, cuando anochece". "La monarquía social, que no tiene sentido fuera del Estado de derecho, pretende alcanzar el bienestar de toda la población, mientras que la política de servicios sociales ha demostrado que se limita a jaulas de oro para determinados estratos de la sociedad", afirma el embajador.

"La diferencia entre el bienestar social y la política de: servicios la han comprendido los países escandinavos y el reino de los Países Bajos, que han optado por la primera", añade Antonio Núñez, que se declara "profundamente monárquico" y de "padre republicano". Cree en la monarquía actual como algo religioso y simbólico. Aunque, rápidamente se apresta a dar razonamientos a su fe. "Mi formación es básicamente sociológica y una de las cosas más gratas que he tenido ha sido dar clase de esta materia en la Universidad Complutense".Entre las autoridades ecuatoguineanas tiene fama de ser un hombre duro y negociador. Llegó hace siete meses a Guinea y desde entonces la Embajada trabaja en una línea práctica de futuro, olvidando el pasado paternalista y colon'al. "Estudié dos años en la Universidad de Hamburgo y aprendí de los alemanes su metodología, siempre orientada al largo plazo". Éste corredor de fondo prefirió no aceptar dos gobiernos civiles, que le propuso el anterior jefe de Estado y "no identificarme de ese modo con un régimen caduco, que basaba su política, en la exaltación de la raza".

"Por eso mismo me dediqué a la educación de los grupos marginales: tercera edad, presos, inadaptados sociales, subnermales, emigrantes etc.", subra ya Antonio Núñez, para precisar que "tuve bastante culpa en que los primeros proyectos de este tipo en España fueran integradores. Es decir, no crear aulas para cada sector marginado, sino incluirlos con el resto de la sociedad". Sociedad y monarquía son palabras que continuamente repite este diplomático que "se encontró muy a gusto en el Real Patronato" y en el Instituto Nacional de Educación Especial, cuyo secretariado gerieral dirigió.

"Mi padre estuvo preso tras la guerra civil por ser militar de la República. Nací en Albacete, aunque me eduqué en diversos institutos de la provincia de Alicante, entre ellos el de Orihuela. Alicante perteneció en su día a la corona de Aragón, no al reino de Castilla, lo que implica unas mayores dosis de libertad en la concepción vital de la región", precisa Núñez GarcíaSauco. "Mi familia fue un marco adecuado para una formación liberal y demócrata", sentencia.

Este mediterráneo de adopción, inició la carrera diplomática en 1971 y nunca se sintió desplazado entre sus compañeros. Considera que el tópico del elitismo diplomático es infundado y pone de ejemplo personal el suyo. De aspecto delgado y cetrino, en mayo pasado cumplió 43 años. Ese mismo mes, FeIrnando Morán le propuso su primer destino de embajador. "Elegí el más difícil entre tres paises africanos, un americano y otro del Oriente Medio por una vocación de servicio -casi religiosa-, y sólo puse una condición: poder trasladar mi piano a Malabo".

Su trabajo en Guinea Ecuatoríal empieza a las 7.30 de la mañana., tras tomarse el desayuno con la suficiente calma para que le permita tener claras las ideas. "Soy una persona cerebral, que se marca unos objetivos". Pero cuando el sol agobiante de Guinea se retira este hombre de escasa mirada, se dedica a la música y a su piano.

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