Eugenio Ibarzábal
Secretario de Presidencia y portavoz del nuevo Gobierno vasco
Cabeza más bien grande, de primero de la clase, ligeramente adelantada, como ciertas aves; frente diligente y ojos escrutadores, con tendencia a triangularse cuando habla y a desmesurarse cuando escucha, exhibe este donostiarra de la parte vieja, de 33 años, antiguo marxista moderado, que estudió Economía en Bilbao y trabajó como periodista antes de entrar en la política, hace ahora 18 meses, para ejercer de mano derecha del tapado que tenía el Partido Nacionalista Vasco (PNV) para presidir el posgaralkoetxeísmo.
"¿Quién es aquí mi secretario?", preguntó Sancho. Uno de los presentes respondió: "Yo, señor, porque se leer y escribir, y soy vizcaíno". "Con esa añadidura", dijo el gobernador de la ínsula Barataria, "bien podéis ser el secretario del mismo emperador". Eugenio Ibarzábal, secretario de la Presidencia y portavoz del nuevo Gobierno vasco, no sólo sabe leer y escribir, sino que, en efecto, si su porte no engaña, bien podía haber sido en el Siglo de Oro prototipo del segundón vasco que abandona el caserío heredado y hace carrera como escribano."Yo me afilié en 1979, la misma noche de las elecciones, cuando se confirmó el ascenso de Herri Batasuna y el retroceso del PNV. Mi acercamiento a este partido se debe ante todo a la relación personal que establecí en mi época de periodista con los suipervivientes de la generación de los años treinta, especialmente con Irujo y Mitxelena. Pero antes, desde los años de la facultad, había militado en ELA-berri, o sea, enlo que luego se conocería, con una connotación especial, como los eladios".
En Euskadi, independientemente de la trayectoria posterior de cada cual, haber sido eladio alguna vez implica quedar indeleblemente marcado por un sello especial. Al igual que en otras latitudes ser antiguo del Pilar o haber militado en el FLP. En los años sesenta y setenta, en el medio universitario bilbaíno ser eladio significaba usar corbata, ser muy nacionalista, moderadamente marxista -especialista en Sweezy-, religioso pero sin estridencia, vascohablante, contrario a ETA.
Recuerda Ibarzábal una conversación en la donostiarra plaza de la Trinidad con Pertur, el dirigente de ETA que desaparecería años después en circunstancias todavía no aclaradas: "Él me hablaba de la revolución, de lucha armada, Cuba, todo eso. Yo le respondía que lo que, poco o mucho, habíamos conseguido los vascos había venido por otra vía, de la mano de los liberales fueristas, del estatutismo de Irujo y Aguirre; de la moderación, en una palabra. No por casualidad, en el primer número de la revista Muga dedicamos un artículo a Muñagorri".
José Antonio de Muñagorri, escribano de Berastegui, pueblo situado en zona dominada por las tropas insurrectas, levantó en 1836, en plena guerra carlista, la bandera de paz y fueros, intentando separar la causa foral de la del pretendiente don Carlos y buscando una paz negociada con el Gobierno liberal. Considerado un traidor por la mayoría de sus paisanos, su proyecto fracasaría al negarse el Gobierno central a restablecer las diputaciones forales y las juntas generales suprimidas en 1837.
Ibarzábal intentó entre 1979 y 1982, a través de la revista Muga, acreditar la posibilidad de un nacionalismo liberal. En la revista tuvieron ocasión de escribir liberales, socialistas, comunistas.
Al Gobierno vasco le había criticado Muga, sutilmente, en un editorial que alcanzaría gran difusión, y cuyo título lo dice todo: 'Los vascos, además de oponernos, ¿qué más sabemos hacer?'. De Muga partió la iniciativa de la carta de los 33, alegato valiente y serio contra la violencia de ETA. Ibarzábal fue, con Julio Caro, Koldo Mitxelena, José Antonio Ayestarán y Joseba Aguirre, promotor de ambas iniciativas.
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