La biografía de Manuel Ángeles Ortiz
Repito a la señora Ángeles Ortiz, públicamente, las mismas razones que ya le di en carta privada de 1012-1984, en contestación a la suya de 30-11-1984. Le decía que en una segunda edición de Memoria de Granada: Manuel Ángeles Ortiz/ Federico García Lorca rectificaría datos, al parecer erróneos, como que yo la envejecía de cuatro años (para calcular su edad me basaba en las palabras grabadas de Manuel Ángeles: "Le llevo a Brigitte 20 años"); que no había -sido una mujer silenciosa ni melancólica, sino la alegría misma; que la casita que tenían en Bretaña no era sino una enorme y soberbia granja y otras nimiedades por el estilo. Le prometí que todas sus observaciones se subsanarían en la próxima edición. Escrito en el tono cordial de nuestra relación.Respecto a que las pruebas del libro "no fueron mostradas ni a mi marido ni a mí mi misma". Para entonces Manolo ya había muerto. Pero quedó claro en mi último encuentro con Manuel Ángeles, en París, estando usted presente, el domingo 11 de marzo de 1984, pocos días antes de su muerte, mi referencia a que de la misma forma que cuando él pintaba un cuadro no andaba mostrando esbozos al cliente, tenía por norma no dar a leer las galeradas a mis biografiados, ya que el tratamiento del tema es; competencia exclusiva del autor, esto en tono cariñoso, pero tajante., Entonces Manolo se volvió a usted y le dijo: "Elle a raison" (Tiene razón). Usted debe recordar el clima afectuoso del encuentro, y que al despedirnos Manolo me mandó a su estudio a por una carpeta, eligió tres grabados y me los regaló, con cariñosas dedicatorias.
¿Cómo puede usted hacer objeciones a la fidelidad del texto cuando los testimonios de Manolo están grabados en cintas que conservo? Le molesta a usted que haga alusión a la vida amorosa de su marido antes de conocerla a usted. En muchos pasajes transcribo las propias palabras del pintor, con la emoción y frescura que guardaba en lo más íntimo de su corazón de octogenario, al recuerdo de su primera mujer, muerta en plena juventud, que fue el gran drama de su vida. Así como otros lances amorosos de su pródiga vida galante relatados por él.
También Luis Buñuel, compañero de aventuras de Manuel Angeles, nos refleja en sus memorias la acusada característica erótica del. artista, lo cual era algo público y notorio, que conformaba su personalidad.
Ante una carta tan equívoda como la suya, creo que usted no ha entendido bien el texto, pues en ningún pasaje del libro la figura de su marido deja de ser noble y excepcional, dado mi respeto, cariño y admiración hacia el entrañable pintor- Antonina Rodrigo.
