_
_
_
_

Goleada del Atlético de Madrid a la Real Sociedad en Atocha

San Sebastián, el santo, y la tamborrada eran el leit motiv ayer en Atocha. Para estar a tono con el ambiente los altavoces sustituyeron el himno del club por el de la ciudad cuando los equipos irrumpieron en el campo. La fe de la afición desafiaba a los dos desastres previos y consecutivos frente a Osasuna y Betis, que, al fin y al, cabo, pertenecían al balance orwelliano de 1984. Y quien más, quien menos, esperaba una tamborrada futbolística. Pero el Atlético de Madrid cambió el signo del homenaje anticipado al santo patrón de la bella Easo y asaeteó a Arconada, cuya portería parecía el pórtico de Santa María, donde está la imagen que los donostiarras veneran con ruidos de tambores sin fin durante 24 horas.Si no fuera porque el Barcelona es ya más que un líder, habría que proclamar que el Atlético es un serio aspirante al título. Antes de que Ruiz cabeceara, en una especie de vaselina, a la escuadra el primer gol, Arteche y Marina habían tenido dos espléndidas ocasiones de batir a Arconada, aunque en ambos casos el balón marchara cerca del poste. No cabe decir que el Atlético se atrincherase en espera de su oportunidad porque, para cuando la desangelada Real lanzó su primer disparo, el marcador estaba ya en 0-2.

El centro del campo rojiblanco funcionó como una máquina perfecta, en la que Marina, Quique y Landáburu mostraban gran movilidad. Puestos a jugar a cucos, Luis Aragonés ganó la partida a su colega en parca sonrisa y laconismo Alberto Ormaetxea. Sacrificó a Julio Prieto para marcar, hasta aburrirle, a López Ufarte, que no encontró sitio en ninguno de los muchos espacios que visitó estérilmente. Votava era quien jugaba en la zona ancha y ahí se fraguó la goleada, que añade al capítulo de las anécdotas el dato de que fuera el primer día de su dilatada carrera en que Luis Arconada, involuntario émulo de San Sebastián, recibiese cuatro goles en Atocha.

Los madrileños tuvieron, además, dos puntas de inestimable valor en el fútbol moderno. Cabrera y, sobre todo, Hugo Sánchez, aunque el mexicano sólo marcara un gol por dos el argentino, terminaron arrancando merecidas ovaciones del público de Atocha, que añadió a su resignación la virtud y la sensatez, aunque al final arrecieron los gritos en contra de Ormaetxea. Éste verá cómo hoy la noche más larga discurre a su favor porque nadie querrá amargarse la fiesta pensando en que el entrenador que ganó dos Ligas ha perdido la brújula.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_