Cuando el aire no se mueve
Las 'boinas' de contaminación aumentan los riesgos de muerte
Desde el punto de vista ecológico la contaminación es un fenómeno de concentración. Una ciudad de cierto tamaño arroja todos los días a la atmósfera un elevado número de toneladas de diferentes gases y partículas sólidas que, habitualmente, se encuentran en la naturaleza en proporciones despreciables. Los principales contaminantes gaseosos de las ciudades los producen las calefacciones, la actividad industrial y los automóviles. Estos gases pueden además combinarse con otros gases del aire, como el oxígeno o el vapor de agua, y formar sustancias más complejas. El anhídrido sulfuroso , por ejemplo, se oxida a anhídrido sulfúrico y forma, al combinarse con agua, ácido sulfúrico, el cual tiene un gran poder corrosivo, Algo similar les ocurre a los distintos óxidos de nitrógeno , que son el subproducto de diferentes combustiones industriales y domésticas. Los tubos de escape de los automóviles sueltan monóxido de carbono, óxidos de plomo, y diversos hidrocarburos de cadena corta que también sufren complejas reacciones fotoquímicas en el seno del aire que nos rodea. En condiciones de inestabilidad atmosférica son frecuentes los vientos fuertes y las lluvias, que se llevan los contaminantes gaseosos y limpian la ciudad. Cuando tenemos anticiclón la ausencia de nubes deja que el sol caliente el asfalto y las casas. Al elevarse la temperatura del suelo el aire se calienta y asciende, produciendo unos movimientos convectivos que arrastran la contaminación. En algunas situaciones de calma atmosférica, sin embargo, la presencia de capas de aire frío en las zonas bajas de la atmósfera puede provocar que se trastrueque el gradiente normal de temperatura en el aire de la ciudad y se corten los movimientos ascendentes del aire. Los meteorólogos llaman a este fenómeno inversión térmica, y en términos prácticos supone algo así como colocar una tapadera sobre la ciudad. Los primeros en sufrir su efecto son las personas con enfermedades respiratorias, que pueden sufrir crisis que pongan en peligro su vida, pero ninguno está libre de los efectos a largo plazo de la contaminación, que incluye un aumento de riesgo para diversos tipos de cáncer. Si una situación de inversión térmica se prolonga varios días se detectan picos anormales de mortalidad que reflejan que el asunto no hay que tomarlo a la ligera.CONTROLAR EL AIRE
En Londres, por ejemplo, se produjeron en 1952 unas 4.000 muertes por encima de las habituales tras una semana de inversión térmica. Puesto que de momento no podemos manejar el tiempo atmosférico a nuestro antojo, el único modo que existe de tener un aire respirable consiste en controlar la entrada en él de contaminantes. Si otras ciudades europeas ya lo han hecho con éxito, ¿por qué no también las nuestras? Es caro, pero merece la pena.
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